Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes. Ezequiel 37:3 RVR1960
Queridos amigos, la tremenda frase escrita en el evangelio de Juan 3:18: “pero el que no cree, ya ha sido condenado”, no solo es una sentencia de muerte para el futuro sino un estado de condenación vigente desde el pasado.
No dice “será condenado” sino “ya fue condenado”, lo cual representa una sentencia de muerte dictaminada hace tiempo, de la cual solo quedan los despojos, que no son otra cosa que huesos secos y emblanquecidos.
Dios puso a Ezequiel dentro de una escena macabra en un valle lleno de huesos humanos secos en gran manera. No habían sido enterrados, pues estaban esparcidos por todas partes, nadie tuvo cuidado de ellos y quedaron expuestos a las inclemencias de la intemperie.
Era una representación de la condición de muerte espiritual del pueblo de Israel y, sin lugar a dudas, es una figura de la muerte espiritual de los habitantes del mundo, que no han creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
Por más que un incrédulo esté vivito y coleando, la Biblia enseña que por esa su incredulidad su condición es la de estar muerto espiritualmente en delitos y pecados (Efesios 2:1). Bajo tal condición no puede desarrollar una relación con Dios y menos tendrá acceso a su Reino.
Dios en su misericordia y gracia regenera a vida nueva el espíritu del incrédulo, que empieza a creer en Jesucristo como su Señor y salvador. Por lo tanto, la representación del Valle de huesos resecos es una analogía, que hace alusión a la regeneración espiritual y al nacimiento de la Iglesia. Aunque desde el contexto histórico también es un mensaje de esperanza para Israel, que estaba pasando por grandes miserias después de que su capital fuese destruida y su gente transportada a un doloroso exilio.
Solo y únicamente Dios puede otorgar vida a huesos secos, eso solamente es atribuible a su poder. Ezequiel ha debido abrir los ojos en extrema admiración ante la visión de tendones y músculos cubriendo a los huesos, hasta ver cuerpos completamente restaurados, luego un viento sopló sobre los cuerpos y les dio vida.
El Espíritu Santo es representado por el viento. El Espíritu es como el viento que sopla de donde quiere, y se oye su sonido, pero no se sabe de dónde viene y adónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu (Juan 3:8). El Espíritu Santo ejerce su poder vivificante sobre los escogidos y los regenera en espíritu.
Una visión en sumo alentadora, tanto para el pueblo de Israel que estaba debilitado y triste por el durísimo momento que atravesaba, como para aquellos pecadores sin esperanzas que no han creído en Cristo Jesús. En ambos casos se anuncia la buena noticia de restauración.
Dios hace preguntas, pero no para recibir una respuesta que desconoce, pues Él lo sabe todo. Él quiere verificar la fe de quienes son preguntados. Ezequiel sabía de su maravilloso poder y de su omnisciencia, y le respondió “Señor Jehová, tú lo sabes”. De similar manera tenemos a Pedro ante Jesús diciéndole “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo” (Juan 21:17). Se podría cambiar el sentido diciendo: “si tú lo sabes todo, ¿para qué me preguntas?”. Dios quiere que creamos en Él con verdadera fe, y que sustentemos dicha fe con nuestro amor para con Él.
Elevemos la mirada hacia aquel que en el día final nos sacará resucitados de nuestras tumbas para juicio. No esperemos hasta que sea demasiado tarde, ahora es cuando se puede ser librado del pecado, ahora todavía puede bendecirnos con su Espíritu y guardarnos de la muerte a través de la fe en Él: el Rey de reyes y Señor de señores.
Los que estamos mandados a predicar, prediquemos, orando para que el Espíritu de vida espiritual a los impíos.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.