Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte. Rut 2:12 RVR1960
Queridos amigos, se dice que el desinterés es el ingrediente principal para desarrollar amistades verdaderas.
Estar con el amigo por el solo hecho de desear acompañarle, ayudarle por la simple razón de verle bien o posponerse a uno mismo para que esté mejor, son señales claras de una amistad desinteresada.
Así fue la relación entre Rut, la moabita, y su suegra Noemí. Moab era un pueblo pagano, porque veneraba a otros dioses, en vez de adorar al Dios de la Biblia. No obstante, Rut había resuelto abandonar el politeísmo de los moabitas para convertirse en fiel adoradora de Jehová; decidió refugiarse bajo las alas del Dios verdadero.
Solo cuando la amistad es fiel y verdadera se puede vivir este tipo de historia, que es un gran ejemplo de fe, misericordia, humildad, bondad, paciencia, benignidad y trabajo sacrificado.
La historia cuenta que Elimelec emigró a Moab con su esposa Noemí y sus dos hijos, quienes se casaron con mujeres moabitas. Pasados unos diez años murieron todos los esposos, quedando tres viudas sin hijos. Una situación en extremo complicada, especialmente para aquellos tiempos.
Noemí invitó a sus nueras a que volvieran con sus familias. Orfa se resistió al comienzo, pero su amor no era tan grande como para quedarse con ella y decidió volver al hogar de sus padres. Acá tenemos una analogía para representar el amor que algunas personas dicen tener por Jesucristo, sin embargo llegado el momento no desean abandonar “Moab” por Él, con el triste resultado de alejarse de su salvación.
El caso del amor de Rut por su madre política es un ejemplo de cómo obra la gracia de Dios sobre los que son llamados. Un amor que se traduce en humildad, Rut prefirió someterse a la pobreza y humillación que representaba volver a Judá con su suegra, que ponerse a salvo con su propia familia.
Rut mostró benignidad deseándole el bien a Noemí, acompañándola y saliendo a espigar en el campo para asegurarse que estuviera bien.
Noemí decidió cambiarse de nombre a Mara, que significa amarga, porque, según ella, Dios la había puesto en gran amargura. Rut no dudó en mostrar su misericordia, actuando de manera compasiva con su suegra, la bondad de las palabras y actos de Rut son un ejemplo de amistad genuina y pura.
Una persona joven, como Rut, normalmente no se caracteriza por tener tanta paciencia con sus mayores. Me imagino a Rut viendo sufrir y lamentarse a Noemí, hasta un buen amigo desea escaparse en algún momento cuando las cosas se tornan álgidas.
Mi madre diría, “está Rut sí que era una santa”. Y ahora viene a colación la fe demostrada por Rut, sin la cual su amistad y amor por Noemí hubieran tenido un límite. El don de fe hace que se viva por fe y para fe, y se adore genuinamente al Dios de los cielos, consiguiendo el fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22), el cual se hace patente en la vida de los convertidos.
Esta historia de gente sencilla es una muestra de cómo obra Dios en todos los ámbitos de la vida. Rut terminó casándose con Booz, quien reconoció su obra y pidió a Dios que la bendijera con gran recompensa. Tuvo un hijo llamado Obed, que fue el abuelo del rey David. Observemos que Rut fue incluida en el plan de redención de Dios, pues resultó ser antepasado terrenal de Jesucristo.
Es en estos tiempos revueltos cuando se necesita mucho de amistades como la de Rut. En un mundo en extremo competitivo, donde el más apto es el que sobrevive, tenemos el desafío de poner el hombro a quienes nos necesitan, especialmente si se trata de hermanos en Cristo.
Le pido a Dios que nos bendiga con su don de fe, para vivir en la fe de Jesucristo.