¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos? Proverbios 23:29 RVR1960
Queridos amigos, el abuso del alcohol es una práctica común y aceptada en nuestra sociedad.
El consumo de alcohol para muchos ha sido posicionado en su mente como una manera agradable de celebrar eventos especiales, compartir con los amigos o simplemente relajarse tomándose una copa al finalizar el día.
Según un estudio de la OMS el consumo regular de alcohol, incluso en periodos semanales, es una cuestión de salud, porque ya es una forma de alcoholismo. El consumo moderado de alcohol puede acarrear más problemas que beneficios sobre la salud.
Hay posturas sobre los beneficios de beber alcohol, especialmente vino y cerveza, que los bebedores asumen de muy buen agrado. Sin embargo, considero que en ningún momento los posibles beneficios compensan los posibles riesgos, por tanto, hacer promocion de la salud a partir del consumo de bebidas alcohólicas no es conveniente, incluso si es moderado.
Por demás está decir, que es muy difícil determinar lo que es “consumo moderado”, especialmente en estos tiempos donde todo es relativo.
Existen estudios serios que relacionan el consumo ligero de alcohol con el incremento del riesgo de padecer Cáncer de la cavidad oral, faringe, esófago y mama; así como también hay estudios que promueven tomar una copita de vino cada día.
La maldad inherente del hombre promueve el consumo de alcohol por intereses económicos, sin importar las consecuencias que pueda tener. De igual manera el consumo de alcohol es promovido por el mundo, porque quien no bebe es un aburrido y no sabe disfrutar la vida.
Fácil es echarle la culpa al alcohólico y desplazarlo de la sociedad convirtiéndole en un paria social, por supuesto que ningún vicio es justificado. Una vez más la maldad inherente del hombre le lleva a ser presa de dependencias tales como el tabaco, las drogas y el alcohol.
La sabiduría de la Biblia habla sobre las consecuencias de la ebriedad y compara a las bebidas alcohólicas con una peligrosa serpiente (Proverbios 23:32). El consumo de alcohol deteriora los sentidos y reduce la capacidad de autocontrol, llevando al bebedor a perder el justo juicio de las cosas.
Nuestro versículo presenta seis preguntas cuyas respuestas no son difíciles de hallar a través de tantas experiencias vistas.
¿Para quién será el ay? “Ay” es una expresión de angustia y desesperanza (Isaías 6:5), será seguramente la exclamación del borracho cuando se dé cuenta de su pecado y sea demasiado tarde.
¿Para quién el dolor? Para los seres cercanos, para la familia y para él mismo. Cuánto dolor, tristeza y desilusión causa ver a una persona perdida en el alcohol.
¿Para quién las rencillas? La persona alcoholizada se caracteriza por ser peleadora y violenta. Si no termina a los golpes con sus compañeros de borrachera, llega a su casa para amedrentar o agredir a su familia.
¿Para quién las quejas? Quien siempre está quejándose de sus desventuras es aquel dominado por las bebidas espirituosas. Supuestamente nadie le comprende y busca ahogar sus penas en el alcohol, un consuelo sedante a corto plazo y poco eficaz.
¿Para quién las heridas en balde? No es raro ver personas que se emborracharon con moretones por haber perdido el equilibrio o por haber contendido con alguien. Realmente son moretones e indisposiciones sin motivo.
¿Para quién lo amoratado de los ojos? Ya no pasan vergüenza a la mañana siguiente por tener los ojos inyectados en sangre y un aspecto físico deteriorado. Volvámonos a Dios cuando haya que enfrentar la angustia y el dolor. Jesucristo es la única salida a toda maldad, Su obra en la cruz permite que todos los pecados, de aquel que cree en Él, sean perdonados. Que el mal uso del alcohol no sea la reacción autoindulgente o el escape de la realidad del que anda sin Dios para ninguno de nosotros