Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto. Eclesiastés 9:4 RVR1960
Queridos amigos, una vez que se muere nada de lo hecho se puede cambiar. Entonces no hay que esperar para hacer lo relevante, que es llevar adelante una vida bajo el temor de Dios.
Un amigo sobreviviente de la pandemia que estuvo a punto de morir y que vivió por la bondad de Dios, me comentó que prácticamente en todas las religiones, incluidas pseudo religiones, el fin de la vida sería disfrutarla, por lo tanto, él se encontraba empeñado en ello.
Como los creyentes somos llamados a misericordia, decidí callar y esperar a una mejor ocasión para explicarle, que la Biblia no cuenta con dicha enseñanza y que las criaturas fuimos creadas para vivir para la gloria del único Dios verdadero.
Al hombre natural le satisface oír que es preciso gozarse de la vida, mejor si se lo refrenda un sustento religioso con “autoridad”. Entonces, contando con la aprobación necesaria se puede aprovechar toda ocasión para satisfacer las necesidades del hedonismo, esa tendencia hacia la búsqueda del bienestar y del placer en todos los ámbitos de la vida.
Puede sonar bien y parecer bueno, pero lamentablemente no lo es. En la medida en que la muerte física sea el final de todas las cosas, podría ser razonable, pero el fin de la vida terrenal conduce a la muerte espiritual eterna, plagada de sufrimientos, o a la vida eterna, donde se encontrará el verdadero gozo.
Se contraponen el gozo atribuible a los deleites sensuales en el hombre natural y el gozo que nace en el corazón del hombre espiritual gracias al favor divino. Según el impío hay que disfrutar en este mundo, ahora; para el creyente éste es el mundo del servicio, en servir a Dios se halla la alegría, en tanto que, en el mundo venidero se tendrá la recompensa de los bienaventurados.
Todos tienen retos por delante, los impíos deberían procurar por su salvación y los creyentes tienen que añadir al don de fe recibido virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al domino propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor (2 Pedro 1:5-7), viviendo cada día para la gloria de Dios.
Como dice Salomón en Eclesiastés es imprescindible agradar a Dios primero: Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios. En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza. Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol, todos los días de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol. Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría (Eclesiastés 9:7-10).
El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre (Eclesiastés 12:13). Sin que la cruz de Jesucristo se haga efectiva sobre el hombre natural, éste no podrá agradar a Dios, primero se debe arrepentir y convertir. Y recién estará capacitado para guardar Sus mandamientos.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.