Pero los que no conocen a Dios son como espinos que se desechan, porque desgarran la mano que los toca. 2 Samuel 23:6 NTV
Queridos amigos, Dios como soberano creador de todas las cosas aprueba un solo tipo de gobierno. Un gobierno basado en la justicia y en el temor de Dios.
En la Biblia aprendemos, que la justicia nunca va separada del temor de Dios, es decir que la justicia y el derecho se sustentan directamente en el temor de Dios. Es una justicia que contiene toda ética y moral provenientes de Dios.
Me entere a través de la radio de una señora que había perdido a su joven hijo en condiciones injustas hacía más de veinte años, y que ella continuaba en una tenaz búsqueda de justicia a pesar de todas las barreras legales que le fueron poniendo en el camino. Su recurso más reciente fue el de apelar a cortes internacionales. Este es un ejemplo de cuándo no se ejerce justicia bajo el temor de Dios. Y de cuándo se busca justicia sin conocer a Dios.
Desde una perspectiva de justicia (humana) se puede afirmar, que la señora tiene razón en su afán de búsqueda de justicia. No encuentra resignación ante su injusta pérdida y, por tanto, continúa en búsqueda de la justicia deseada.
Pero continuar en el cometido después de veinte años se podría interpretar como obsesivo. Muchos dicen “lo perdono, pero de todos modos lo quiero ver entre rejas, pagando por su delito”, un perdón incompleto, para no decir falso. Y eso es probablemente lo que dice y busca la mencionada señora, que, además, interpuso un recurso de amparo a los magistrados involucrados en el caso. En fin, una lid sin miras de terminar, hasta que la muerte los separe.
Desde la perspectiva cristiana está bien apelar a la justicia, pero ante todo se debe seguir principios cristianos y uno de ellos es el perdón. Cuando Dios perdona hace borrón y cuenta nueva, sepultando nuestras iniquidades, arrojando todos nuestros pecados al mar profundo (Miqueas 7:19) con la intención de no verlos, ni tomarlos en cuenta, ni recordarlos más.
El problema está en que el hombre natural no conoce a Dios, no tiene a Dios en su corazón, y por tanto, no tiene ninguna intención de seguir principios cristianos. Su corazón busca satisfacer su propia ley con pensamientos de ira, odio y venganza, tratando de sostenerse en el andamio legal creado por el hombre, o incluso haciendo justicia con mano propia.
Quienes no conocen a Dios son como espinos filosos que desgarran la mano que los toca, sin importar si están de un lado o del otro de la ley. Viven según su propia verdad, desconociendo la Verdad de Dios.
Este es un ejemplo basado en la ausencia de verdadera justicia, por supuesto que existen muchos otros para describir al hombre sin Dios equiparado a un dañino espino. Cuando Dios expulsó a Adán y Eva del paraíso terrenal los maldijo, y dentro de su maldición estaban los espinos y cardos, que la tierra produciría para poner en dificultades al labrador. El hombre sin el temor de Dios se ocupa de hacerle difícil el camino a su prójimo.
Para consuelo de los redimidos, aquellas personas que anhelan vivir bajo el temor de Dios, la Palabra dice: Y tú, hijo de hombre, no les temas, ni tengas miedo de sus palabras, aunque te hallas entre zarzas y espinos, y moras con escorpiones; no tengas miedo de sus palabras, ni temas delante de ellos, porque son casa rebelde (Ezequiel 2:6). Y los pueblos (que no conocen a Dios) serán como cal quemada; como espinos cortados serán quemados con fuego (Isaías 33:12).
Les deseo Un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.