Buscad lo bueno, y no lo malo, para que viváis; porque así Jehová Dios de los ejércitos estará con vosotros, como decís. Aborreced el mal, y amad el bien, y estableced la justicia en juicio; quizá Jehová Dios de los ejércitos tendrá piedad del remanente de José. Amós 5:14-15 RVR1960
Queridos amigos, me pregunto si siempre que estamos ante lo malo y lo reconocemos ¿tomamos la decisión de huir?
En mi vida cotidiana vengo evidenciado que cuando estamos ante una situación límite, llamemos así a una situación al borde o ya dentro de lo malo, tendemos a querer pensar que no es tan malo, justificando de esa manera nuestro débil actuar.
¿Cómo discernimos lo malo de lo bueno?
Dentro de la gracia común de Dios tenemos implantada en nuestros corazones la moralidad y sabemos distinguir de manera instintiva la diferencia entre lo malo y lo bueno. No importa a qué dios se sigue o a qué cultura se pertenece, por ejemplo, mentir es malo en todo el mundo.
Además de la moral que Dios da a todos, tenemos su palabra y al leerla se aprende a diferenciar lo bueno de lo malo, lo que te aleja del Creador y lo que te acerca a Dios, se trata del manual de vida perfecto.
El mundo, como enemigo espiritual, es quien se ocupa de hacernos creer que lo malo es bueno y lo bueno es malo. Existen muchos ejemplos, veamos algunos de lo malo que ya se ve como bueno o aceptable, al fin de cuentas todo valga en pro de la tolerancia: el sexo fuera del matrimonio, el aborto, el tabaquismo, el matrimonio homosexual.
Lo malo está cada vez más arraigado en la cultura y sustentado por la ley de los hombres. O lo aprueban o no lo prohíben.
Debemos huir de lo malo. Todo lo malo debería repelernos y hacernos escapar. Pero lamentablemente no siempre es así.
Tenemos la maldad arraigada en nuestros corazones y es por eso que necesitamos, a gritos, a Jesús en nuestras vidas.
Solo a través de la obra de Jesucristo en la cruz y nuestro arrepentimiento y conversión recibimos vista y oído espirituales, que nos permiten discernir lo que dice la Biblia sobre lo malo y nos pone el verdadero anhelo de realmente querer huir de lo malo con todas nuestras fuerzas, aunque incluso así no siempre lo logramos.
Es por eso que estamos siempre dependiendo de la gracia y el poder de Dios en nuestras vidas. Busquemos ser obedientes y vivir alejados de lo malo con todas nuestras fuerzas, sin dejar de tener presente que en todo dependemos de Él.
Nuestra misión de hijos de Dios es buscar el bien. Lo más inteligente, según la palabra, es apartarse del mal y buscar con ahínco el bien, aunque en muchos casos no parezca tan inteligente, porque la ceguera espiritual no nos lo permite.
Que Dios ponga la semilla de la búsqueda del bien en sus corazones.
Tengan un lindo día esforzándose por estar lejos del mal.