Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado? 1 Reyes 8:27
Queridos amigos, con una sonrisa en la mente recuerdo un pasaje de la película de los años 90 “el abogado del diablo”.
En estos días de mi vida, de ninguna manera vería una película de ese género, sin embargo, cuando la vi quedé muy impresionado con la escena en la que el diablo (Al Pacino) entra en una iglesia (así se le llama comúnmente en el mundo católico al edificio dedicado al culto a la virgen y a dios) y mete el dedo en la fuente de agua bendita sin que le pase nada.
De chico oía decir a las personas que un lugar seguro para protegerse del maligno y sus demonios era una iglesia, mejor si se trataba de una catedral o basílica.
Se suponía que por tratarse de la casa de dios él moraba en ella, además que un edificio consagrado a la deidad ahuyentaría al diablo. Por supuesto que se trataban de puras supercherías, porque el príncipe de este mundo solo puede ser repelido cuando se le resiste espiritualmente (Santiago 4:7), más allá de que Dios no mora en edificios.
Jehová bendijo a su pueblo escogido mostrándoles su cercanía, cuando una vez terminada la construcción del templo que el rey Salomón hizo edificar, mostró su presencia en forma de nube dentro de la edificación, que Él hizo digna para sí mismo.
Salomón en humilde sumisión y con gran sentido de agradecimiento le manifestó a Jehová su sentimiento de más alta honra por demostrar su fidelidad para con él y con su pueblo, le alababa y glorificaba.
Cuando veamos cumplida una promesa de Dios, animémonos a vivir con el mayor grado de agradecimiento y con la esperanza de recibir nuevas bendiciones. Mientras tanto dediquemos nuestro corazón al Señor y vivamos en dependencia suya.
La inconmensurable dimensión de Dios abarca el infinito en toda su plenitud y lo sobreabunda, por lo que los cielos de los cielos no le pueden contener, menos una construcción humana, por más portentosa que está fuere. Sin embargo, Dios en su bondad sentó presencia en la casa que Salomón había hecho construir en su honor.
Dios no mora en la tierra, pero en esa ocasión moró en un templo construido por manos de hombres; en los tiempos del Éxodo había morado en el tabernáculo. La Palabra es explícita cuando nos dice que la presencia de Jehová cubrió en una nube tanto el tabernáculo como el templo. Cuán preciosa y maravillosa habrá sido Su santa presencia, tan cercana para el pueblo hebreo.
Gente creyente menciona que habría sido muy hermoso vivir en los tiempos de David y Salomón o en aquellos de Jesucristo y los apóstoles. Considero que para el creyente cualquier tiempo es bueno, porque en todo tiempo puede gozar de la presencia del Señor en su vida, que por supuesto es una gran bendición.
Dediquemos nuestra vida a amar a Dios con todas nuestras mentes, almas, fuerzas y corazón. Los creyentes tengamos por seguro que Él estará a nuestro lado, incluso cuando nuestro amor por Él no sea perfecto.
Alejemos al diablo a través de la verdad, que es Jesucristo, la justicia, que es cumplir la ley de Dios, el Evangelio, que debemos divulgar, pero por sobre todo la fe, de que Jesucristo es nuestro Señor y salvador, la bendición de gracia, que es la seguridad de salvación y la Palabra de Dios, que es el arma con la que podemos defendernos de sus acechanzas.
Les deseo un día favorecido por la gracia de Dios.