Ahora Jehová mi Dios me ha dado paz por todas partes; pues ni hay adversarios, ni mal que temer. 1 Reyes 5:4
Queridos amigos, durante la existencia de la humanidad las guerras han determinado más que cualquier otra cosa el curso de la historia.
En el siglo XX se han llevado a cabo dos guerras mundiales, las más cruentas de la historia de la humanidad y a raíz de ello se han fundado organizaciones como la ONU para supuestamente preservar la paz.
Se habla de paz cuando no existen contiendas bélicas, sin embargo, una verdadera paz no existe porque las contiendas, aunque no bélicas, están al orden del día en todo lugar y a toda hora.
El contender está en la naturaleza humana caída, al humano le gusta salirse con la suya, normalmente discute y argumenta a su favor. Cualquier cosa que le saque de sus cánones normales de vida le incomoda y siempre está atento a satisfacer su ego, de ahí nacen las peleas, discusiones y maledicencias.
Quienes viven en pecado, no tienen paz en sus corazones y gozan de poca paz en el mundo, además de estar en una situación hostil contra Dios, porque se la pasan hiriendo Su santidad a través de sus transgresiones.
La única manera de estar en paz con Dios es a través de Jesucristo, quien pagó de manera adelantada por los pecados de aquellos que en Él creen y lo declaran como su Señor y salvador.
Una vez que el pecador está en paz con Dios, porque fue bendecido con Su gracia, recibe el don de paz, a través del cual goza de paz en su corazón y puede iniciar una vida de pacificador en este mundo. La Palabra dice que los pacificadores serán bienaventurados.
El rey David, Padre del rey Salomón, quiso construir un templo para Dios, ese era su gran sueño. El Señor no se lo permitió porque era un rey guerrero y había corrido sangre por sus manos, no había existido paz durante todo el tiempo de su reinado. Sin embargo, le prometió que el gran honor de construir el templo estaba reservado para su hijo Salomón.
Dios preparó el terreno consiguiendo que Salomón no tuviese que pelear ninguna guerra. Bendijo a su pueblo una vez más, y lo que era normal, estar en pie de guerra, dejó de serlo, para pasar a tiempos de paz y estabilidad. A través del maravilloso poder de Dios no habían adversarios para contender y tampoco ningún mal por el cual preocuparse.
El Señor es un Dios de orden y ama la paz, por lo que detesta la contienda y el desorden. No hubiera sido razonable que una obra dedicada a Jehová, la más ambiciosa del rey más sabio, rico y poderoso de la historia, se hubiera tenido que construir en tiempos de confusión y agresión, como lo son los de la guerra.
Dios quería que un hombre de paz construyera el templo, Él es consecuentemente perfecto en todos sus actos y pensamientos, por eso creó las condiciones ideales para construir Su casa de adoración.
Sin la intervención directa de Dios no existirían tiempos de refrigerio, sabemos que vivimos en un mundo de tribulación, del cual las contiendas, incluidas las guerras, son parte inseparable.
Los que hemos sido bendecidos con la infinita gracia de Dios gocémonos porque estamos en paz con Él y disfrutamos de la paz que viene de Él. Quienes no tienen a Jesucristo en su corazón necesitan convertirse y arrepentirse para vivir en el gozo del Señor, más allá de ser bendecidos con el perdón eterno.
Les deseo un maravilloso día en compañía de nuestro Señor Jesucristo.