Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. Juan 14:16-17 RVR1960
Queridos amigos, cuesta y duele separase de un ser querido y es más duro aun cuando imaginamos su partida para siempre.
Jesucristo se ocupó de informar oportunamente a sus seguidores más cercanos que el tenía que partir y que ya no le verían más (Mateo 16:21-23). Pedro tenía su mira puesta en lo terrenal, es decir en el sufrimiento que el sentiría si perdía a Jesús y por tal motivo le llamó a un lado para expresarle que de ninguna manera deseaba que se alejara y que por favor lo pensara bien antes de hacerlo.
El Señor tenía que partir, pero jamás desatendió las necesidades de su pueblo. Él aseguró que vendría otro intercesor (ayudador) que ocuparía su lugar y haría su mismo trabajo, porque tendría las mismas características que las que Él tenía.
Jesucristo estaba dando inicio a su obra como intercesor y sumo sacerdote ante el Padre, pidiéndole en ruego que enviara al Espíritu Santo para que acompañase para siempre a los que le aman y siguen sus preceptos.
El plan perfecto de Dios se estaba cumpliendo a cabalidad, Jesús menospreciaría el oprobio, sufriría la muerte en la cruz y resucitaría para sentarse a la diestra del Padre. En su lugar quedaría el Espíritu Santo quien moraría en todos los creyentes.
Tanto Jesucristo como el Espíritu Santo poseen la misma esencia que el Dios Padre. Las tres personas poseen las mismas características divinas de omnipresencia, omnisciencia y omnipotencia.
Observamos que el Hijo ruega y que el Padre responde dando el Espíritu Santo, que es llamado Espíritu de verdad. De la misma manera que Cristo dice ser la verdad, el Espíritu Santo, al poseer la misma esencia que Él, es la fuente de verdad y se la da (transmite) a los suyos.
El mundo no puede recibir el Espíritu, porque no le ve ni le conoce, el hombre natural no tiene acceso al conocimiento de la verdad por encontrarse alejado de Dios y por tanto del Espíritu, menos tendrá acceso a ser capacitado con la verdad para hacer la voluntad del Padre.
El hecho que el Espíritu moré en el cuerpo del creyente y que por tal maravilloso motivo su cuerpo pueda ser llamado templo del Espíritu es una promesa que se cumple toda vez que se da el milagro de conversión de un alma perdida.
Existe una diferencia en cuanto al ministerio del Espíritu antes y después de Pentecostés. Jesús oró con ruego para que Dios enviará al Espíritu a fin de que acompañará en su caminar a los creyentes morando en ellos, la respuesta de Dios se hizo efectiva por primera vez durante la celebración de Pentecostés cuando los santos fueron sobreabundados por el Espíritu.
Alabemos y glorifiquemos al Señor por tanta bondad y bendición. Vivamos en obediencia haciendo la voluntad del Padre a fin de no contristar al Espíritu que mora en los escogidos.
Les deseo un día muy bendecido.