Y diciendo estas cosas, difícilmente lograron impedir que la multitud les ofreciese sacrificio. Hechos 14:18 RVR1960
Queridos amigos, los hombres distaron tanto de reconocer el valor de Jesucristo, que lo sacrificaron por su ceguera espiritual, reflejada en su soberbia y maldad.
Pero gran sorpresa, Pablo y Bernabé fueron elevados a dioses por haber realizado un milagro. Nace la pregunta: ¿por qué el rechazo abrumador hacia Cristo Jesús tratándolo de impostor?
El Señor realizó maravillosos milagros, pero a lo sumo la multitud quiso coronarlo como un rey terrenal. Solo los convertidos veían en Él a su Señor y salvador, al resto le era un estorbo.
El poder del dios de este mundo, Satanás, cierra la mente carnal del hombre natural para que no vea la verdad, conduciendo a que lo equivocado sea visto como verdadero. Está claro que dirigió su arsenal completo de maldad contra el Señor Jesucristo, porque se trataba de su principal enemigo.
Si el hombre natural no tiene ojos para ver, una multitud es más ciega todavía, además de ser más peligrosa. Buscaban honrar a Pablo y Bernabé por motivos equivocados. Cosa grave hubiera sido si hubiesen dado curso al deseo de la multitud. Se opusieron rasgándose las vestiduras y dando voces apenas el pueblo empezó a hablar de adorarles mediante sacrificios.
La gente estaba enfocada en lo que quería oír, como siempre, y no prestaron atención a las palabras que invitaban a la conversión al Dios vivo y verdadero, dejando de seguir su religión vana. Bastaba con ver la lluvia y la cosecha para tener testimonio de Dios, esto deja al hombre sin excusa para su incredulidad (Romanos 1:20).
La multitud contrariada, porque habría sido engañada, decidió cobrarse venganza y apedreó al apóstol Pablo. Cuánto celo por la honra de Dios demostraron los dos hombres que se rasgaron las vestiduras cuando el nombre de su Señor estaba siendo agraviado. Pero la escritura no menciona nada sobre que se hayan defendido (rasgado las vestiduras) ante la amenaza de muerte por lapidación.
Para el ego del hombre natural es atractivo que lo ensalcen y lo aprueben, sin importarle mucho si los motivos son los correctos, siempre y cuando sea “aceptable”, y esto, lamentablemente, termina por afectar sus pensamientos y afectos. En contraposición está el hombre espiritual que rechaza enérgicamente aquello que no corresponde, tampoco busca el beneplácito de las multitudes, poniendo su confianza en Dios.
La naturaleza humana caída es voluble, en un momento muestra emoción por algo, poco después desea destruir aquello por lo que demostró devoción. Primero endiosaron a Pablo y al poco tiempo lo apedrearon, dejándolo abandonado como a un desperdicio.
Jesús no se fió de las multitudes: Estando en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre (Juan 2:23-25).
Es inexplicable pero las multitudes actúan como un solo ser. Todos se emocionan y creen de la misma manera. Hubo quienes afirmaron tener fe en Jesús y terminaron gritando que fuese crucificado. ¿No es análogo a la historia de Pablo y Bernabé en Listra?
El corazón del hombre natural es engañoso más que todas las cosas, y perverso. Solo Dios conoce a fondo la maldad del hombre, Jesús sabía que la fe de la masa era superficial y pasajera, entendía que el corazón de la multitud era inconstante.
Tomemos el ejemplo de Pablo y Bernabé. Ellos perseveraron en la obra evangelizadora. El riesgo no era nada comparado con el gozo de servir en obediencia a su Señor.
Les deseo un día muy bendecido.