Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad? Deuteronomio 10:12-13 RVR1960
Queridos amigos, ¿qué pedimos de nuestros hijos, sino que nos respeten y que nos amen?
Una pregunta retórica se da cuando la respuesta está implícita dentro de ella, se formula sin esperar respuesta, con la finalidad de reforzar el propio punto de vista, dando por hecho que el interlocutor está de acuerdo.
Israel fue escogido como el pueblo de Dios, a pesar de ello para tener prosperidad debía cumplir con Sus preceptos. Podemos concluir que los escogidos tenemos deberes, que no tienen los no escogidos.
A diferencia de Israel la prosperidad con la que puede contar el escogido es de índole espiritual, lo cual no significa que Dios pueda bendecir con prosperidad terrenal a quien Él quiera, aunque ese de ningún modo debe ser el anhelo u objetivo del creyente.
El verdadero creyente está movido por el amor que Dios le da, sin él merecer nada, sabe que recibió la bendición de la gracia y que es un regalo colosal que nunca mereció recibir, porque en verdad merecía recibir un castigo gigante que no recibirá más.
Consecuencia de Su amor es que el convertido se pregunte lo que Dios espera de él y al obtener la respuesta se dedica de pleno a ello.
Moisés nos ayuda con un pequeño resumen, es lo más relevante para tener en mente a fin de llevar adelante una vida agradable a Dios. Si bien el resumen de este versículo es muy bueno, no es motivo, para el creyente, como para dejar de leer las Escrituras en su magnitud completa de manera repetitiva durante toda su vida.
Moisés nos presenta cinco requisitos necesarios para poder conseguir comunión con Dios. Son cinco verbos para recordar: 1) temer, 2) andar, 3) amar, 4) servir y 5) guardar.
El escogido debe tener temor de Dios, lo cual repercute en una hermosa bendición, porque la Palabra nos enseña que el temor de Dios es el principio de toda sabiduría.
Evitar andar por el camino ancho de la perdición es una tarea constante del creyente, lo cual no es otra cosa que andar por los caminos preparados por el Señor.
El amor a Dios es no querer herir Su santidad viviendo en obediencia, no existe forma mayor de mostrarle amor al Dios Todopoderoso que esa. Es necesario amarle con todo el corazón, con toda la mente, con toda el alma y con todas las fuerzas.
Servir a Dios es tomar la actitud de un siervo, que desea satisfacer todos los deseos de su Señor, aún más, sabiendo que los deseos de su amo y Señor son los mejores y más perfectos.
Guardar los mandamientos y estatutos es una obligación del creyente. Dios le libertó del pecado para que viva alejado de él, aunque no lo liberó de vivir en la carne, le regaló al Espíritu Santo que mora en él y que le convence de pecado, lo cual debe llevar a que el creyente con todas sus fuerzas evite pecar.
El escogido ha aceptado a Jesucristo como su SEÑOR y salvador, por tanto es Su siervo y el siervo debe servir en obediencia, eso es lo primero y lo más importante. Si después por puro amor Dios le llama su hijo, qué bendición más grande, y si Cristo le llama su amigo, cuán grande bienaventuranza. No obstante tales bendiciones en ningún momento deja de ser SIERVO.
Cuán maravilloso es el honor de poder ser humilde servidor del Dios maravilloso de la Biblia.
Les deseo que puedan reflejar la bendita luz de Jesucristo en la vida de sus seres queridos.