Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, y las ataréis como señal en vuestra mano, y serán por frontales entre vuestros ojos. Deuteronomio 11:18 RVR1960
Queridos amigos, mientras no conocía a Dios pensaba que desde muchacho era tan dueño de mi mismo que en la mayor parte de los casos no necesité del consejo de otros. Ahora me doy cuenta que era simplemente un necio.
La necedad es una tremenda carga en la vida de las personas, la cual nos aleja de Dios y de su camino.
Cuánta verdad encontramos en el Proverbio 12:15 que nos dice que el camino del necio es derecho en su opinión, pero el que obedece a los consejos es sabio.
Cuando leo los Proverbios me duele el corazón por cómo viví, pero por otra parte me regocijo porque Dios tuvo misericordia de mí y me bendijo con su gracia y ahora me permite discernir entre lo necio y lo sabio.
Sabio es seguir el consejo de Dios, por tanto, poner sus palabras en nuestro corazón y en nuestra alma implica comprometerse firmemente a cumplir con su Palabra. Para nunca olvidar la promesa hecha es necesario que la atemos a nuestras manos y la llevemos sobre la frente.
Solo si nuestro corazón está lleno de la Palabra de Dios podremos vivir una vida dedicada a Él, lo cual significa que nuestros pensamientos y acciones estarán orientados hacia una vida cristiana verdadera.
Todo lo que viene de Dios es bueno, bajo esta premisa, si seguimos Su consejo fielmente, todo lo que hagamos será bueno, tendremos buenas costumbres y buenos pensamientos sustentados en buenos principios.
Para que nuestro corazón pueda estar lleno de la Palabra de Dios es imprescindible que nos aboquemos a conocerla a través de la lectura diaria de la Biblia. No solo debemos leerla para conocerla, sino también meditarla para tenerla como guía de nuestro diario vivir.
Es preciso escoger el camino de la verdad y anteponer la Palabra de Dios ante cualquier cosa, eso es lo que significa poner los juicios de Dios delante de uno (Salmo 119:30). Esto no será posible en la medida en que dejemos que el mundo nos siga influenciando, la elección es nuestra.
Las Sagradas Escrituras nos enseñan que la verdad nos hará libres. Entendemos que Jesucristo nos libera de la esclavitud del pecado, haciéndonos libres de tan pesado yugo, sin embargo la libertad que nos regala es bastante más amplia que esa.
Como partícipes del mundo vivimos influenciados en todos los ámbitos de nuestras vidas. El bombardeo de la familia, los amigos, la sociedad, el entorno, los medios de comunicación, las redes sociales, etc. es un continuo de querer convencernos de lo que es bueno para el mundo.
Al generar ideas y pensamientos contaminados con tal influencia nunca llegamos a ser libres de lo que nos rodea y definitivamente nos influencia más para mal que para bien.
Dije que nunca llegamos a ser libres, sin embargo, tal situación se revierte cuando nacemos de nuevo porque empezamos a enfocar nuestros pensamientos, sentimientos y acciones en función a la verdad, que es Jesucristo. Comenzamos a discernir entre lo bueno y lo malo de nuestros influenciadores y nuestros pensamientos empiezan por primera vez a ser enteramente propios, de dónde también se inicia otra verdadera libertad.
Vemos que los beneficios de seguir a Dios son maravillosos, por tanto, atemos la santa Palabra en todo lugar que fuere necesario para tenerla siempre presente.
Tengan un maravilloso día con Jesucristo.