“Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.” Deuteronomio 6:5 RVR1960
Queridos amigos, hasta hace algunos años atrás no tenía el menor empacho en reconocer que había diferentes dioses.
En diversas ocasiones escuché el concepto de que dios es universal y por tanto, es el mismo dios con diferentes nombres. Eso llevaría a pensar que las diferentes religiones como ser el cristianismo, el budismo, el hinduismo, el Islam, etc. son religiones que al final confluyen en una sola deidad. No hay mayor error que ese.
Hoy, la idea de tener un solo y único Dios, que tiene el atributo de la perfección, me parece muchísimo más atractiva que tener millares de excelentes amigos imperfectos o una miríada de dioses insuficientes.
Jehová es Dios, es el Señor de todo y de todos, aunque muchos no lo reconozcan de esa manera. Es el único Dios vivo, verdadero y suficiente, lo cual implica que ningún otro dios está vivo y que tampoco es verdadero. Jehová solo es Dios y es un solo Dios.
Jehová es Dios de todos, pero solo es Padre de algunos. Bienaventurados quienes conocen a este maravilloso Dios.
Estamos delante del primer mandamiento de la ley mosaica, el cual fue considerado por Jesús como el primer y mayor mandamiento.
Dios le dio este mandamiento a Moisés para que quede claro que la relación del pueblo de Israel en las épocas del Antiguo Testamento y del pueblo de Cristo en la era post cristiana estaba y sigue basada en el amor. La obediencia del creyente debe surgir de una relación sustentada en el amor de y a Dios.
La adoración a Dios exige dedicación completa y lealtad absoluta, de otra manera es imposible amarle con todo como lo pide en su mandamiento. La entrega a Dios debe ser total y definitiva, por cuanto esa es la única manera de poder vivir en Su Santa presencia.
El amor a Dios no es un sentimiento que nace como cuando uno se enamora de un ser humano, no está vinculado al mundo de las emociones donde uno siente simpatías y afectos. El amor a Dios es la decisión de obedecer porque Él nos amó primero. Jesús dijo «si me amáis guardaréis mis mandamientos», dando a entender que había que guardar y someterse completamente a su ley.
Amar a Dios con todo el corazón significa amarle con toda la voluntad e inteligencia que Él nos regala. Ni nuestra voluntad ni nuestra mente deben estar puestas en otro lugar que no sean las cosas de Dios.
El amar a Dios con toda el alma implica que nuestros sentimientos y deseos deben estar enfocados totalmente en la adoración al Todopoderoso. Significa que tenemos que ponernos en las manos de Dios con todos nuestros deseos, permitiendo que Él tenga el control completo de nuestra vida.
Poner todas nuestras fuerzas para amarle es hacer uso de nuestras capacidades físicas para lograr ser obedientes. Es la máxima dedicación que podemos demostrarle al Creador a través de nuestro intenso anhelo de servirle y obedecerle.
En Lucas 10:27 y Marcos 12:30 podemos verificar que el Señor Jesús le añade al mandamiento la palabra «mente», diciendo que hay que amar a Dios también con toda la mente. Entendemos que mente se refiere a la consciencia, es decir amar a Dios estando plenamente conscientes de deber usar todo el corazón, toda el alma y todas las fuerzas para amarle.
A la vista es un mandamiento muy difícil de cumplir, especialmente cuando nos auto analizamos y constatamos, que nuestros sentidos y pensamientos, nuestro corazón y nuestras fuerzas están dedicados también a otras cosas. Nuestro diario vivir nos aleja del cumplimiento del mandamiento y por más que nos esforcemos y por más apartados del mundo que estemos, nos será prácticamente imposible cumplirlo.
Consideró que Dios conoce nuestros corazones y sabe quienes se esfuerzan por vivir en obediencia y se duelen cuando fallan. Él se ocupará de perfeccionarnos para que podamos estar en su presencia, entonces podremos amarle con todo el corazón, el alma, la mente y las fuerzas.
Aunque con caídas, debemos mantenernos firmes y pensar constantemente en las cosas de arriba, además de esforzarnos muchísimo para obrar en consecuencia, viviendo día tras día según los principios de Dios escritos en la Palabra. Oh Señor nuestro, por favor, ayúdanos a cumplir, te lo suplicamos.
Que Dios nos guíe y bendiga.