Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría. Salmos 90:12 RVR1960
Queridos amigos, con bastante frecuencia escucho hablar a la gente que hay que disfrutar, puesto que el tiempo pasa inexorablemente, pues no se puede evitar, eludir o detener.
Muchas de las crisis nerviosas están relacionadas con el (pasar del) tiempo. El tiempo es escaso, de ahí el dicho “el tiempo es oro” y mucha gente vive quejándose de que le falta el tiempo.
Todos quisiéramos estar un poco más adelantados que el reloj, pues la hora nos pisa. Cuando suena el despertador por la mañana, si no nos levantamos de inmediato, ya hemos perdido valiosos minutos, cuya recuperación nos suele estresar.
Por otro lado, está Dios, para quien el tiempo no es aplicable, dado que el tiempo comienza y termina en Él, siendo que Él es atemporal, porque Él es quien inventó el tiempo. Dios mora en el imperecedero ahora (frase prestada de A.W. Tozer), nos es muy difícil de comprender que Él está tanto en el ahora, como en el ayer y en el mañana, eso significa que no tiene pasado ni futuro, que todo para Él es presente por expresarlo de alguna forma comprensible para nosotros.
Especialmente cuando hemos nacido de nuevo, quisiéramos que nuestro pasado no hubiese existido, no para escapar de nuestra realidad, sino más bien para pensar que de alguna manera hubiéramos podido evitar herir la santidad de nuestro maravilloso Dios.
Muchos otros quisieran volver atrás en el tiempo para corregir muchas cosas. El tiempo es para las criaturas de Dios, incluso aquellas que poseen o tendrán vida eterna, tienen un comienzo en el tiempo, por lo tanto están sujetas a un pasado y a un futuro. Ayer, hoy, mañana son parte del tiempo y todas las criaturas vivimos en la línea del tiempo.
Dios ya ha vivido todos nuestros ayeres, hoyes y mañanas, el no necesita lo que nosotros deseamos conseguir de manera desesperada: redimir el tiempo. El salmista le pide a Dios, que le enseñe a contar sus días, porque sabe que el tiempo utilizado de buena manera es muy valioso y para eso es necesario contar con sabiduría.
La presencia de Dios en nuestras vidas, porque nosotros anhelamos que Él esté presente, es algo hermoso, un maravilloso regalo que Él nos da. Sin embargo, y para oprobio de quienes no le buscan, nadie se puede escapar de la presencia de Dios, incluso para quienes niegan su existencia, Él no deja de estar ahí; presencia que no implica que esté a la espera de su disposición para ayudarles.
La Palabra nos enseña que el que hace la voluntad de Dios es sabio. Entonces si vivimos esforzándonos para ser obedientes a la voluntad del Padre tendremos la suficiente sabiduría como para contar nuestros días, es decir aprovechar el tiempo, lo mejor posible (para gloria de Dios).
Les deseo un día muy bendecido.