La piedra que desecharon los edificadores Ha venido a ser cabeza del ángulo. Salmos 118:22 RVR1960
Queridos amigos, en el mundo se suele decir que no hay que perder las oportunidades, porque éstas no se suelen dar dos veces.
El detalle está en saber reconocerlas. Muchos las dejan pasar y otros las toman al vuelo, al parecer existen personas con un talento especial para reconocerlas y cogerlas y otras, que jamás las aprovechan.
El mundo ofrece una gran gama de situaciones que se pueden tomar como oportunidades, desde un viaje al lugar soñado o una beca de estudios, hasta la posibilidad de conseguir un trabajo que solucione los problemas económicos. Todas cosas aplaudidas por el mundo.
Sin embargo, para las cosas espirituales no es suficiente con tener algún talento especial, pues muchos de los más talentosos del mundo, a pesar de ello, se están quemando en el infierno, porque simple y llanamente rechazaron a Dios.
La parábola de los labradores malvados (Marcos 12:1-10) es una clara enseñanza de cómo el pueblo escogido de Dios se dedicó a rechazar de manera sistemática todo lo que era de Él, es doloroso ver como un pueblo dominado por la religiosidad se desviaba del camino verdadero.
No solo los más antiguos rechazaron a los profetas enviados de Dios, sino también los principales sacerdotes, escribas y ancianos rechazaban a Jesucristo en vez de mostrar arrepentimiento. El Señor reprobaba sus acciones, pues no eran de Dios, a pesar de que ellos estaban completamente seguros de que eran perfectos seguidores de Su ley.
Los edificadores de la supuesta verdadera religión rechazaron a quien es el único y verdadero líder de la Iglesia, despreciaron a la cabeza del cuerpo (de Jesucristo), menospreciaron al único salvador. Le desecharon en su soberbia e ignorancia, le mataron sin imaginar que su muerte de cruz y su resurrección eran los hechos más importantes en la historia de la raza humana.
Aún en estos días, más allá de los incrédulos, los supuestos creyentes le siguen rechazando, aquellos que se supone que deberían ser sus seguidores son quienes más le desconocen. Aseveran que son cristianos y que Jesús vive en sus corazones, pero no dudan en dejar de hacer su voluntad cuando se trata de ir a favor de la tradición, los dictámenes del mundo o los propios intereses egoístas. Ante el primer reto dejan de estar dispuestos a coger su cruz y seguirle.
Desechan la piedra del ángulo, a Jesucristo, quien es el único que puede conseguir que la construcción espiritual sea estable en el tiempo, un tiempo eterno. Es por eso que se habla de llevar adelante una vida Cristo-céntrica, es decir completamente centrada en la vida, ejemplo y enseñanza de Cristo, además de la sumisión y obediencia que todo siervo debe tener ante su Señor.
Les deseo un día muy bendecido.