Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová; Lamentaciones 3:40 RVR1960
Queridos amigos, me gusta el dicho “lo pasado, pisado”, a no ser que haya algo que aprender y rescatar recordando lo ya vivido.
Muchas personas, en especial las de sexo femenino, recuerdan una y otra vez lo vivido y suelen increpar a sus seres cercanos por todo lo que les hicieron o no les hicieron, indicando además que tales cosas no se pueden olvidar, menos perdonar.
Parecería que todo va color de rosa, hasta que se genera un detonante y su memoria empieza a jugar un papel destructivo en la vida de muchos, hasta un nuevo episodio.
Analizar los propios actos y la propia manera de vivir es sin duda una acción loable, sin embargo, el balance de vida que pueda hacer una persona del mundo, estará sujeto a cánones del mundo y, por tanto, la valoración se ajustará a cómo el mundo ve y enfoca la vida.
En mi experiencia este análisis va por dos ámbitos, cuánto bien he hecho y cuán bien la he pasado. El bien que las personas hacen se enfoca en mi criterio más bien en el mal que no hacen, es decir que piensan que en la medida en que lo que obran no le hace mal a nadie no puede estar mal. Ellos se ven como los responsables de su propia vida, pensando que solo se tienen que rendir cuentas a sí mismos.
Por otro lado, está la visión de pasarla bien, porque solo se vive una sola vez. El pensamiento de que nadie te quita lo bailado, se explica en el sentimiento del hombre natural, que hay que vivir la vida al máximo, sacándole el mayor provecho, en el sentido más extenso.
He escuchado en repetidas ocasiones el juicio vertido por personas mayores sobre la vida de algunos que en su opinión han sabido llevar adelante una buena vida, y se resume en que han vivido sin hacer mal a nadie y han sabido disfrutar, especialmente porque su carácter les ayudaba, en la forma de pensar de estos ancianos, estas personas podrían morir en paz.
En mi criterio ese es el pensamiento de buena parte de las personas del mundo, sin duda, existen aquellas que no simplifican tanto la vida y le ponen tintes filosóficos y/o religiosos, pero el resultado a la postre es el mismo: la perdición eterna.
Cuando leemos que debemos escudriñar nuestros caminos, se refiere a que lo hagamos exclusivamente a la luz de la Biblia. Debemos valorar nuestros actos en función a lo que Dios nos enseña y nos exige. Escudriñar nuestros caminos es evaluar si somos obedientes a la voluntad escrita de Dios en las Sagradas Escrituras.
Si no conocemos o sabemos poco sobre la Palabra escrita de Dios difícilmente podremos escudriñar nuestro camino. El término escudriñar significa analizar o examinar algo con mucha atención, poniendo esfuerzo en profundizar hasta en los detalles menos manifiestos.
Nos damos cuenta que sin él conocimiento bíblico suficiente es prácticamente imposible escudriñar nuestro camino y menos buscar a Dios. Hay quienes aseveran caminar con Dios con un conocimiento demasiado básico de Él.
¿Cómo es posible adorar al Dios majestuoso, si se lo hace por la mera intuición de lo que representa, sin conocer su carácter ni su voluntad? La flojera espiritual es la que domina los corazones de muchos cristianos, que se resisten a la disciplina de un estudio regular de la Palabra.
Este estudio unido con el temor de Dios lleva a querer escudriñar el propio camino, a anhelar buscarlo en todo momento y lugar, y a volverse al maravilloso Señor de los ejércitos.
Les deseo un día muy bendecido.