Que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen. 1 Timoteo 4:10 RVR1960
Queridos amigos, en el mundo, el sufrimiento deshonra y avergüenza. Y el oprobio es una deshonra o vergüenza pública, que muchos creyentes deben soportar. En la medida en que se es más exitoso o poderoso en el mundo, la probabilidad de sufrir oprobio se minimiza.
El exitoso según el mundo goza de fama y es bien visto, todo lo contrario, al exitoso según Dios, a quien el mundo suele deshonrar y hasta avergonzar. La vida cristiana no es fácil, porque se opone a los preceptos del mundo, quien la juzga, y hace escarnio de aquellos que anhelan vivir para Dios.
El impío no comprende el significado de vivir en la presencia de Dios y menos entiende el profundo anhelo del creyente verdadero de querer estar todavía más cerca de Su presencia. Por eso el cristiano está dispuesto a soportar cargas, que cualquier mortal común y corriente nunca quisiera llevar.
La meta de llegar a convivir con Dios es de una grandeza inconmensurable, por tanto, cualquier esfuerzo que se tenga que hacer para conseguirla, vale la pena. No es posible tener en la mira tan valiosa meta sin haber nacido de nuevo y sin tener fe en Cristo Jesús.
Sin la presencia de fe salvadora verdadera, nadie puede ser salvo. El Señor concede la salvación a aquellos que creen, y que demuestran su fe a través del cumplimiento de sus mandamientos, y que están dispuestos a entregar su vida por su fe.
La muerte de Jesucristo es suficiente para todos los hombres en su conjunto, desde la creación hasta el fin del mundo. Pero ese sacrificio se hace efectivo solo en quienes poseen fe genuina. Los que no creen y, por tanto, rechazan a Jesucristo desechando la gracia del Dios Padre, pasarán lamentándose durante la eternidad.
El impío se suele preguntar cuál será el afán prácticamente masoquista de los cristianos, sumado a su fanatismo exagerado por hablar de Dios, haciéndose faltar el respeto por quienes los encuentran ridículos.
Nadie quiere ser un perdedor en el mundo, y la imagen que irradian los convertidos en actitud cristiana es la de perdedores. ¿Qué importa perder cualquier cosa por Cristo, si en todo caso lo estamos ganados todo para Él?
La causa cristiana está tan devaluada en el mundo, que se aceptan con naturalidad pasiones o fanatismos equivocados, llegando a verlos como sanos y buenos. Por ejemplo, cuando hay partido de fútbol, los pseudo creyentes dejan de asistir a la programada reunión de estudio bíblico, y ni hablar de las prioridades de los fanáticos del mundo.
El apóstol Pablo afirmaba, que los creyentes pueden estar atribulados en todo, pero no están angustiados; en apuros, más no desesperados; perseguidos, pero no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en los cuerpos de los cristianos (2 Corintios 4:8-10).
Eso es vivir en la presencia del Señor, algo muy difícil de entender para los impíos. Llegan a pensar que los cristianos se creen superiores y ese suele ser uno de los motivos para el oprobio que les causan.
La actitud cristiana es trabajar y sufrir oprobio con humildad y mansedumbre.
Les deseo un día muy bendecido.