Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino. Salmos 119:105 RVR1960
Queridos amigos, en el mundo a nadie se le ocurriría describir a alguien como ignorante por no haber leído las Sagradas Escrituras.
Es tildado de ignorante aquel que no tiene la educación establecida por el mundo y que desconoce los cánones preestablecidos como parte de una buena educación.
Esto es así porque el conocimiento en general es valuado sobremanera por el mundo, por eso se dice que el conocimiento es poder, ya sea porque se sabe mucho sobre un ramo en particular o porque se tiene acceso a información clave.
Incluso se dice sabio de alguien que posee un gran cúmulo de conocimientos y es versado en diferentes campos, sorprendiendo y anonadando a una mayoría no tan culta.
En contraposición, en la Biblia dice que para ser sabio hay que ser temeroso del Señor (Proverbios 1:7), es decir que hay que seguir fiel y obedientemente su Palabra y guardar sus mandamientos. Observamos que no exige tener conocimientos, por lo tanto, para ser sabio desde la perspectiva espiritual es suficiente con conocer las Escrituras.
Podemos expresar sin lugar a equivocaciones que quien no conoce la Palabra vive en tinieblas. Si Dios no nos hubiese bendecido con la Biblia el mundo sería un lugar tenebroso comparable a un bosque oscuro lleno de peligros.
Gracias a las Escrituras la oscuridad del mundo puede ser iluminada, es decir que podemos caminar a la luz de la Palabra de Dios para no tropezar en los diferentes obstáculos del bosque del mundo.
La Palabra nos permite afrontar todas las situaciones de nuestro diario vivir, las más simples como las más complejas. No existe una sola situación que no se pueda explicar a la luz de lo que Dios nos enseña en las Escrituras.
Aplicar la Palabra en todas las situaciones de la vida es garantía de buenos resultados, aunque a la percepción del hombre natural no lo parezca. Es una guia infalible que puede asistirnos cada vez que la necesitemos. Cuando nos encontramos ante alguna situación complicada y no vemos la solución, es por falta de luz, porque para ver, la presencia de luz es imprescindible.
Que bendición más hermosa saber que la Palabra de Dios es lumbrera a mis pies, quiere decir que puedo dar pasos seguros sin temor a tropezar porque veo perfectamente el camino. La Palabra dirige cada uno de nuestros pasos si nos apropiamos de ella y al apropiarnos de ella estamos siguiendo a Jesucristo.
Y más aún, porque también es lumbrera a mi camino, es decir que otorga seguridad para caminar con tranquilidad y sabiduría ahora y en el futuro. Si basamos nuestros planes para el futuro en función a la Palabra es muy probable que se cumplan porque estarán en función a la obediencia a Dios.
La Palabra será luz siempre y cuando el creyente sea obediente a los mandamientos de Dios, siempre y cuando el convertido se someta como siervo fiel de Jesucristo, su Señor.
Que ni se nos ocurra mantener nuestra vida en nuestras propias manos, pues esto nos expone a estar completamente expuestos a los peligros y las trampas del mundo, de la carne y de Satanás. Sometamos nuestra vida al Señor y guardemos su santa Palabra para que ésta ilumine nuestras vidas y podamos permanecer en el camino correcto.
Dichoso es aquel discípulo de Jesucristo que no cae en las marañas de filosofías y teorías del mundo, que no se aleja de los preceptos de su Señor.
Usemos de manera constante y apliquemos de forma práctica la Palabra en nuestras vidas, a fin de poder ver el camino. Nuestros ojos requieren de luz, pero también nuestros pies necesitan de dirección.
Les deseo un día muy bendecido.