¿Qué pagaré a Jehová Por todos sus beneficios para conmigo? Salmos 116:12 RVR1960
Queridos amigos, una forma de agradecer bastante común es “Dios se lo pague”.
Da a entender que la persona que agradece por la dádiva que recibe no podrá devolverle nunca, por lo tanto, apela a la bondad de Dios para que sea Él quien retribuya al donante.
En mis épocas de incrédulo tuve algunos impulsos de bondad y de desprendimiento, llegando algunos a desearme que Dios me retribuya. El dicho me parecía tonto, porque no confiaba en que Dios me pagaría en alguna manera. Mi posición era meramente materialista y esperaba, en todo caso, una retribución material, porque no tenía la menor idea de otra cosa mejor y mucho más valiosa.
Por otra parte, la gran mayoría de las personas se la pasa pidiendo cosas a sus dioses, santos o vírgenes. Con tristeza he escuchado cómo muchos indican que tal o cual santo o virgen es muy milagroso(a). Muchos invocan a Dios para que les ayude a poner solución a sus problemas, enfocados en pedidos de índole material, ya sea por dinero, salud u otro tipo de bienes.
No recuerdo haber escuchado que alguien del mundo de los inconversos (muchos de ellos se declaran creyentes) se pregunte ¿si en vez de pedir todo a Dios, no sería razonable darle algo a Él?
Para sentir lo que el salmista sentía en lo profundo de su corazón, es necesario haber sido bendecido con la infinita gracia de Dios para salvación.
A través de la gracia el poder de Dios actúa para que el Evangelio lleve a la fe y se pueda reconocer a Jesucristo como Señor y salvador, haciendo efectivo el derramamiento de su sangre en la cruz para justificación y vida nueva a través de la regeneración del espíritu del hombre por obra del Espíritu Santo, llevando el mismo Espíritu a mostrarnos el mal en nosotros para arrepentimiento.
Cuando el Espíritu Santo otorga convencimiento de pecado, llega el momento en el cual todo nacido de nuevo pasa por el proceso de arrepentirse del mal que hizo y que todavía hace, recordando muchos de sus pecados en el pasado y doliéndose en el daño que éstos representan ante la santidad de nuestro Dios infinitamente santo.
Observamos que el nacido de nuevo no ha hecho prácticamente nada para apropiarse de tales beneficios, todo es obra soberana de Dios. Él tiene misericordia de quién quiere tener misericordia (Romanos 9:15), por tanto, Él bendice a quién quiere bendecir.
Con qué asombro el hombre espiritual reconoce que no merece absolutamente nada, sin embargo y a pesar de todo, el Dios Padre le bendice tan grandemente, permitiéndole crecer en espíritu hasta ser perfeccionado para el día de Jesucristo cuando llegue el momento de verle (Filipenses 1:6).
A Dios nadie le puede pagar nada, sin embargo, viviendo para su gloria y en obediencia podemos en alguna manera “retribuir” sus bendiciones, nunca olvidemos que toda la gloria es Suya, por tanto, nada de gloria hay para nosotros.
Es imposible no sentir agradecimiento y desear expresarlo vehementemente, buscando la mejor manera de mostrar gratitud a Dios. Discernir que no se tiene que beber de la copa de ira, sino más bien que se puede levantar en alto la copa de salvación, la cual incluye todo lo que Dios nos ha dado en Cristo Jesús, es un beneficio glorioso.
Llenos de alegría en el Señor disfrutemos de sus beneficios, tales como paz, reposo, victoria, comunión con Él, confianza, gozo. Alabemos con ferviente dedicación el nombre de Jehová, gracias a Él somos criaturas nuevas, hijos de Dios y ciudadanos del cielo.
Gocémonos en el Señor y no nos cansemos de agradecerle en alegre alabanza por sus maravillosos beneficios, vivamos según su voluntad y no actuemos como convertidos tristes, que al final terminan siendo pobres convertidos.
Les deseo un día muy bendecido.