¿De qué sirve un ídolo tallado por hombres o una imagen fundida que te engaña? ¡Qué necio es confiar en algo elaborado por tus propias manos, un dios que ni siquiera puede hablar! Habacuc 2:18 NTV
Queridos amigos, se dice que hace muchos años atrás se presentó en Sucre – Bolivia un creyente que como todo convertido tenía el anhelo de evangelizar.
Su «error» fue ir en contra de las estatuas de vírgenes y santos fabricadas en yeso.
La ira de los agredidos, incluidos los que tenían el negocio, fue tal que casi matan al «incauto».
Algo similar ocurrió en Éfeso cuando un platero vio en peligro su negocio de templecillos de plata de la diosa Diana al enterarse de la predicación del apóstol Pablo.
Pablo, sin equivocarse, decía que no son dioses los que se hacen a mano y eso despertó odio y sed de venganza, al extremo que se armó un gran desorden. (Hechos 19)
Podemos observar la reacción desmedida de las personas por un celo equivocado.
Unos defienden una creencia y otros defienden un negocio, sin duda los hay también los que defienden ambas cosas.
No hace mucho leí un post en el Facebook que decía «católicos por siempre», otro ejemplo de celo.
El único celo verdadero es el celo por el Dios creador de todas las cosas, por ese celo es que debemos mantenernos alejados de los ídolos, sean éstos hechos por manos humanas o no.
La palabra dice que Jehová es un Dios celoso, es decir que Él no permite que se adoren a otros dioses, menos que se adoren imágenes hechas por manos de hombres.
Jehová es el único Dios que puede hablar, solo los necios creen en ídolos o imágenes talladas que ni siquiera pueden hablar. En el supuesto caso de que pudieran oírte jamás podrían responderte.
El necio tiene esa condición por su ceguera y sordera espirituales, sigue al mundo a la carne y a Satanás. Suena muy duro, pero es verdad bíblica, es lo que nos dice Dios en las santas escrituras.
La buena noticia es que puede tener solución.
Clamemos a Dios para que nos otorgue oídos y ojos espirituales, eso puede suceder solo y únicamente si llegamos a creer en Jesucristo como nuestro Señor y salvador, reconociendo su señorío en nuestras vidas y comportándonos como sus leales siervos, viviendo en obediencia.
Que Dios les bendiga con su infinita gracia, es mi mayor anhelo.
Nota anecdótica: después de publicar este pequeño artículo por primera vez, me escribió mi amigo Carlos Ramírez Vacaflor para comentarme que el predicador de Sucre, mencionado al comienzo del texto, realmente existió. Se trataba de un hermano en Cristo de nombre Arturo Arana, quien fue utilizado por Dios para convertir a su abuelita, quien se ocupó de evangelizar a su familia y ahora todos estarían convertidos.
Reitero que prefiero la versión Reina Valera 1960 y la recomiendo como primera opción, uso la NTV porque en este caso grafica mejor el tema.
«¿De qué sirve la escultura que esculpió el que la hizo? ¿la estatua de fundición que enseña mentira, para que haciendo imágenes mudas confíe el hacedor en su obra?»
Habacuc 2:18 RVR1960