No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual. 2 Reyes 23:25
Queridos amigos, cuando leemos la Biblia debemos saber que todo está relacionado con uno de los atributos de Dios: su inmutabilidad.
Dios no cambia y su Palabra también es inalterable, por lo tanto, estemos completamente seguros cuando nos dice que nunca antes hubo un rey como Josías y que después de él tampoco hubo otro igual, no es una exageración para darle realce a la historia, sino que en definitiva se trata del rey de Judá que más cumplió el primer mandamiento de amar a Dios.
Es remarcable que las Escrituras enaltezcan al rey Josías de esa manera, sin embargo, no dejemos de lado que su éxito estuvo solo y únicamente en las manos del Señor para Su gloria. Josías fue beneficiado por la gracia distintiva de Dios, porque nada escapa de Su divino propósito.
Josías fue, muy probablemente, educado de manera adecuada desde temprana edad para tener un corazón dedicado a Dios. Era un hombre de carácter excelente y perseverante, rodeado de un pueblo que ignoraba a Jehová.
Dedicó su vida a combatir la idolatría, destruyó de manera sistemática todo lo relacionado con dioses extraños, sacó a los ídolos del templo de Jerusalén y se deshizo de las personas que tenían influencia idolátrica sobre el pueblo (el humanismo lo habría condenado).
Su tarea fue minuciosa por su gran celo por el Señor. Abolió todas las prácticas detestables que eran el común denominador en los territorios de Judá, alcanzando las ciudades de Israel sobre las que tenía dominio o influencia.
Sin duda un gran sueño para el creyente actual, que venga un gobernante que se vuelva completamente al Señor y que se dedique a hacer cumplir Su ley. Muy probablemente su gestión sería de muy corta duración. ¿Si hacerle entender a un corazón endurecido que lo que hace es idolatría, no es prácticamente imposible hacerlo con un país entero? Sin embargo, Dios permitió que el pueblo siguiese a Josías.
El sacerdote Hilcías halló el libro de la ley en la casa de Jehová y se lo envió al rey, quien se rasgó las vestiduras al enterarse que el reino entero estaba viviendo en desobediencia, nadie, desde hacía mucho, seguía lo que Dios había prescrito.
Josías fue un hombre muy consecuente con su fe y puso todo de su ser para volverse a Dios, amó a su Señor con todo su corazón, con toda su alma, con toda su mente y con todas sus fuerzas, obedeciendo todas las leyes de Moisés. Sin duda un gran ejemplo para su pueblo y también para nosotros.
El pueblo le siguió con entusiasmo, después de haberse comprometido solemnemente para abolir la idolatría, adorar y servir al único Dios verdadero. Celebraron la olvidada Pascua como no se había celebrado en ninguno de los reinados anteriores, el pueblo se llenó de santo gozo y la presencia y favor de Jehová fueron evidentes.
Tanto el entusiasmo del pueblo como su compromiso no tardaron en menguar, porque eran solo formalismo o quizás hipocresía (la semilla cayó en el camino o entre espinos), pero la religiosidad se mantuvo por lo menos durante el reinado de Josías. No fue malo porque contribuyó a evitar mucha maldad externa, pero no aportó a que las personas tuvieran una relación verdadera con Dios.
Dios en su sabiduría no nos regala muchos ejemplos de hombres como Josías, sin embargo, con un solo ejemplo de obediencia y amor debería bastar para convertir nuestros corazones, por ello que la muerte de Jesucristo, por una sola vez y para siempre, también es, y debe ser, suficiente.
Les deseo un día muy bendecido.