¿Quién se cree el SEÑOR que somos? —preguntan—, ¿por qué nos habla así? ¿Acaso somos niños pequeños, recién destetados? ¡Una y otra vez nos repite todo, línea por línea, renglón por renglón, un poco aquí y un poco allá! Isaías 28:9-10
Queridos amigos, me imagino que por lo menos algunos de ustedes están familiarizados con el dicho “si no es a golpes no entienden”.
Hay premisas pedagógicas de estos tiempos que son contrarias a las enseñanzas de la Biblia. Por ejemplo, el hecho de que la Palabra promueva el uso de la vara para enderezar al joven es visto con horror.
De igual manera la frase popular “la letra entra con sangre” dejó de ser aceptable hace mucho tiempo. Sin embargo, en temas espirituales parece que el humano es bastante terco y no quiere entender, pues es necesario que se le repita lo mismo una y otra vez.
La actitud rebelde de no querer escuchar la verdad y presumir que ya no se es niño de escuela para tener que estar escuchando, es sin duda el comportamiento necio de quienes no entienden qué es lo mejor para ellos.
Rechazar la enseñanza por creer que con su inteligencia será suficiente para que ellos puedan decidir por sí mismos, es un acto negligente con consecuencias eternas muy desfavorables. Sería bueno que recordasen las palabras de Jesús: De cierto les digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él (Marcos 10:15).
No solo los soberbios líderes de Israel desoyeron las palabras proféticas de Isaías, también en estos días la gente considera un desgaste oír las consecuencias de una vida en pecado, por lo que suele ridiculizar a quienes les advierten en amor, acusándolos de querer aleccionarlos con historias fantasiosas para niños.
Del mensaje de Dios, es decir del evangelio de las buenas nuevas, depende la supervivencia de la gente, pues seguir a Jesucristo es la única manera de conseguir y asegurar vida eterna. Desear como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella se pueda crecer para salvación (1 Pedro 2:2) debería ser el anhelo en el corazón de todo humano.
El grave problema radica en que muchos de los que enseñan, entre ellos los sacerdotes de los tiempos de Isaías y religiosos de estos tiempos, están influenciados por falsas doctrinas, y no solo hierran ellos sino que conducen a multitudes por el camino equivocado.
Bajo el argumento de que ya lo saben todo, no se dan la oportunidad de escuchar. Manifiestan que no les gusta que nadie les hable como a niños de escuela, pues ellos ya están bien enseñados.
Por una actitud tan contraría hacia la verdadera sabiduría y el conocimiento de las cosas de lo alto Isaías le profetizó al pueblo israelita que Dios enviaría a los asirios para hacerles aprender de una manera mucho menos amistosa. Recibir enseñanza de un conquistador y hacer de oídos sordos con seguridad repercutirá en juicio y castigo severos.
La corrección de Dios solo puede tener un trasfondo de bondad, pero quien aborrece de la corrección y echa a su espalda las palabras del Creador (Salmos 50:17) se está exponiendo al castigo eterno. Aborrecer la sabiduría y no escoger el temor de Dios, es el peor error en el que se puede incurrir (Proverbios 1:29).
Los creyentes que anhelamos que otros se conviertan a la Verdad, no debemos dejar de evangelizar, aunque la obra nos parezca en sumo infructuosa. Jeremías se preguntaba ¿a quién hablaré y amonestaré, para que oigan? He aquí que sus oídos son incircuncisos, y no pueden escuchar; he aquí que la Palabra de Dios les es cosa vergonzosa, pues no la aman (Jeremías 6:10).
Oremos y obremos para que la condenación sea sobre la menor cantidad posible de personas. Lamentablemente está escrito: Y está es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas (Juan 3:19).
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.