Y dijo Noemí a su nuera: Sea él bendito de Jehová, pues que no ha rehusado a los vivos la benevolencia que tuvo para con los que han muerto. Después le dijo Noemí: Nuestro pariente es aquel varón, y uno de los que pueden redimirnos. Rut 2:20 RVR1960
Queridos amigos, convertirse en viuda en tiempos antiguos y no tener en quién apoyarse, normalmente tenía como resultado la pobreza y finalmente la indigencia.
Noemí perdió a su esposo y a sus dos hijos, y estaba prácticamente destinada a terminar mendigando, si no encontraba a alguien que le brindase apoyo. Su nuera Rut era moabita de origen pagano, pero en el tiempo en el cual compartió con su suegra tuvo la oportunidad de conocer a Dios.
La fe en el Dios de Noemí la condujo a comportarse con fidelidad y misericordia, de tal manera que decidió no abandonar a su suegra. Fue una gran decisión de amor, porque tenía todas las posibilidades de rehacer su vida, si retornaba a la casa de sus padres. Sin embargo, decidió acompañar a su suegra hacia un futuro incierto y de posible pobreza, porque ella también había quedado viuda.
Lo aprendido de Dios impulsaba a Rut. Su nueva fe hacía que fuera firme en su propósito, y el amor que Dios pone en los corazones de sus escogidos era tan fuerte como para que continuase adelante sin desfallecer.
Rut había tomado la decisión de no dejar sola a su suegra Noemí y fue consecuente con su resolución. No salía más de lo necesario, dejaba sola a su suegra sólo cuando iba a espigar en el campo, estaba muy comprometida y ayudó a mantenerla, trabajando muy duro.
Demostró gran laboriosidad unida de notable humildad, además del desinteresado amor por Noemí. Dios decidió premiarla y su providencia obró una vez más para que todo terminara a pedir de boca.
Noemí estaba amargada, cansada, abrumada y probablemente derrotada, pero no dudó en orar, puso su fe en Dios y lo alabó por la amabilidad que Booz había demostrado para con Rut. A pesar de su estado no había dejado de confiar en Dios, ahora estaba reconociendo su bondad.
Rut obraba según su corazón, y probablemente no reconocía la mano de Dios en muchas cosas de las que le sucedían. Eso es bastante común entre los creyentes, aunque deben saber que la providencia de Dios está en torno a ellos en todo tiempo y lugar.
Lo que el impío atribuye a la casualidad, los hijos de Dios atribuyen a la providencia de Dios. Rut llegó a espigar precisamente a los campo de Booz, que justamente era pariente cercano, algo muy lejano de ser una coincidencia. Dios estaba dirigiendo la vida de Rut y de Noemí, como también lo hace con las vidas del resto de los creyentes.
La historia tiene un final feliz, gracias a Dios. El primer posible redentor, por orden de precedencia, rechaza la posibilidad de redimirlas, entonces Booz asume la responsabilidad de protegerlas, comprar sus tierras y casarse con Rut, que es la viuda de su pariente cercano.
Se demuestra que la humildad, el amor, el trabajo esforzado y la entrega obediente del creyente son condiciones que serán recompensadas, no necesariamente en esta tierra, pero con certeza en el cielo. Dios recompensó a Rut en este mundo, no sólo dándole la oportunidad de rehacer su vida y la de su suegra Noemí, sino poniéndola en el linaje de Jesucristo, pues fue madre de Isaí, que a su vez fue padre del rey David.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.