Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? Salmos 42:1-2 RVR1960
Queridos amigos, sublime es el superlativo de bello, sin embargo, me animo a elevar aún más el superlativo para explicarles la hermosura de tener una relación con Jesús.
No hay nada más sublime que saber que eres un escogido de Dios, del verdadero Dios vivo, de Jesucristo resucitado.
Es por eso que el salmista hace una comparación tan poética, asemeja la sed inmensa del ciervo, que brama desesperado por encontrar una corriente de agua, con el gran anhelo del creyente, que clama para poder encontrarse con Dios.
El convertido genuino tiene hambre y sed de todo lo relacionado con Dios. No sólo atesora estar a su lado, sino que tiene ansias de vivir esta vida para Él.
Viene a colación lo que el apóstol Pablo decía en Filipenses 1:21 «Pues para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia».
«Cuando vendré y me presentaré delante de Dios» es una expresión que denota el pleno conocimiento del creyente, que no existe mejor cosa o situación, que la de estar delante del Señor.
Lo mismo expresa Pablo cuando dice, que morir es ganancia. Sin embargo Pablo aclara que si no muere todavía, porque el Señor así lo quiere, entonces seguirá viviendo una vida completamente dedicada a Jesucristo.
Gocémonos como se goza el salmista. Que la felicidad de ser hijos de Dios inunde nuestros corazones y contagie a otros, jamás olvidemos que la verdadera felicidad está en el Señor Jesús. Les deseo un día feliz en la compañía de Jesús