Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego; para que no os corrompáis y hagáis para vosotros escultura, imagen de figura alguna, efigie de varón o hembra, Deuteronomio 4:15-16 RVR1960
Queridos amigos, la idolatría suele ser vista por el mundo como la adoración a ídolos visibles.
Cuando en estas épocas se oye el término se piensa especialmente en pueblos salvajes en lugares recónditos o en pueblos de la antigüedad inclinándose ante estatuas extrañas.
Ese es un paradigma que muchos tienen, sin embargo, idolatría es todo lo que toma el lugar de Dios para sustituirlo.
La idolatría representa una ofensa mayor a Dios. Tanto es así que Dios dictó en su ley una ordenanza específica contra la idolatría, que se ve reflejada en el segundo mandamiento en Deuteronomio 5:8-10
La confianza del creyente debe estar puesta solo y únicamente en Dios. Él es el único verdaderamente digno de confianza.
Si, por ejemplo, pensamos que un pariente rico nos asegurará el futuro y ponemos toda nuestra confianza en él, es idolatría; si nos confiamos en nuestro trabajo y sus frutos, pensando que tenemos asegurada la vida, es idolatría. La adoración a los bienes terrenales, especialmente al dinero es idolatría. Poner la confianza sobre cosas o personas dejando de lado a Dios es idolatría.
Vemos que los ídolos no solo son de yeso, piedra o madera. Lo más trágico es que la idolatría no ha dejado de dominar al hombre, al extremo que hoy por hoy se la ve por doquier, incluso entre quienes se hacen llamar cristianos.
Así como el pueblo de Israel fue llamado a guardar sus almas, los que vivimos en una relación con Dios estamos llamados a guardar nuestras almas más que nunca.
En estos días las tentaciones del mundo y las de la carne están mucho más sustentadas por las maquinaciones de Satanás. La cultura en la que vivimos no nos da tiempo de analizar las cosas, porque todo viene tan raudamente como se va.
La cantidad de información que recibimos y que no podemos procesar da lugar a que generemos filtros, que no necesariamente filtran solo lo malo, dejando lo bueno. Estamos tan expuestos por el ritmo de la vida, que pareciera que somos llevados al pecado y sacados fuera de él, para ser llevados inmediatamente a otra transgresión.
Sin duda es un mundo orientado al cumplimiento de la profecía sobre el gobierno del anticristo. Con tristeza veo a los jóvenes cada vez más dominados por la tecnologia, ese es un paso visible hacia el dominio de Satanás sobre las masas humanas.
Veamos como Google sabe mucho sobre todos y como Facebook conoce más aún. Recordemos que Satanás no es omnipresente menos omnisciente, él necesita el apoyo de las redes para ejercer su dominio mundial y obligar a todos a llevar la marca de la bestia (Apocalipsis 13:17).
Los creyentes debemos guardarnos de toda idolatría, comenzando por no sucumbir al WhatsApp (es sin duda muy extraño que sea completamente gratis) y a las redes sociales. Guardémonos en obediencia, sin importar las consecuencias que el mundo nos plantea. Sabemos que nuestro Dios es justo y fiel.
Les deseo un bello día rumiando la Palabra en sus pensamientos.