Pero la mujer había tomado a los dos hombres y los había escondido; y dijo: Es verdad que unos hombres vinieron a mí, pero no supe de dónde eran. Josué 2:4 RVR1960
Queridos amigos, la tierra prometida estaba a punto de ser conquistada. Josué el nuevo líder de Israel envió a dos espías a Jericó para conseguir información útil para la batalla que se avecinaba.
El rey de Jericó fue informado de que se habían visto a dos extraños en la casa de Rahab, inmediatamente mando para que los arrestaran porque se trataba de peligrosos espías. Rahab decidió protegerlos ocultándolos en el terrado de su casa, y mintió a los hombres que fueron a buscarlos, diciéndoles que habían abandonado la ciudad.
Mentir es pecado, y Rahab se valió de un pecado para salvarles el pellejo a los enviados de Josué. Llama la atención que la providencia de Dios haya actuado para que los espías llegasen justamente a la casa de Rahab, pero que ella se valiese de un pecado para salvarlos.
En definitiva el fin no justifica los medios, de igual manera mentir nunca es justificable. Desconocemos cuál pudiera haber sido el resultado, si Rahab se hubiera postrado en oración para pedirle a Dios su ayuda para no tener que mentir.
Su fe en el Dios de Israel fue la que obró para que poniéndose en peligro decidiese salvar a los espías. Su fe le dio la fortaleza para realizar una buena obra superando el miedo de ser descubierta y juzgada como traidora de su nación. Su fe hizo que se identificara con el pueblo de Dios y lo tomara como si fuera su propio pueblo.
Es posible atribuir su mentira a su fe inmadura o a su ignorancia de los principios morales de la Ley de Dios, que contribuía a que no los guardase, al fin y al cabo era una ramera. También se puede pensar que al enemigo nunca hay que descubrirle la verdad, y ese fue el principio que aplicó Rahab. De igual manera el mal menor (mentir) puede justificar el bien mayor (proteger la vida).
Lo que queda claro es que Rahab no actuó por algún interés determinado que no fuera su fe en el Dios de Israel. Posteriormente acordó con los espías que ella y su familia no serían asesinados en la próxima batalla. Quienes no creen en su fe, pueden argumentar que actuó por mero interés, lo cual se desestima a través de su posterior vida.
Aquellos con poco desarrollo espiritual suelen sucumbir a las presiones, Rahab debía decidir y escogió salvar mintiendo. Fue una decisión bajo presión que posiblemente no le dio tiempo para pensar, aunque existen mentes muy rápidas para tomar decisiones buenas y malas.
Estoy seguro de que todos los creyentes hemos pasado por situaciones en las cuales hemos tenido que afrontar un dilema y sentimos que la solución para nuestro problema es la vía del pecado. Nos hemos consolado con el pensamiento de que estábamos “forzados” a mentir, a sobornar, a comprar evadiendo impuestos, etc., porque no había otra salida.
Actuamos en nuestra propia fuerza olvidando que Dios espera (exige) que pongamos toda nuestra confianza en Él, además nos adentramos en campos de la desobediencia, lo cual necesariamente debe llevar a la reprensión y disciplina, además del urgente arrepentimiento acompañado de gran clamor por perdón.
La fe que Dios nos da, acompañada de sus promesas, debe ser un estímulo para renunciar a pecar. Sin embargo, solemos pecar, pero el hecho de que nuestra naturaleza carnal nos quiera llevar por el camino fácil del pecado no es excusa.
Rahab fue perdonada por Dios, pues su fe le fue contada por justicia. Terminó desposada con un israelita y se convirtió en un eslabón del linaje de Jesús. ¿Fue bendecida por sus buenas obras o sus buenas obras fueron a causa de una previa bendición?
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.