JAH, si mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse? Pero en ti hay perdón, Para que seas reverenciado. Salmos 130:3-4 RVR1960
Queridos amigos, en nuestra naturaleza humana estamos limitados a reconocer todo lo perceptible del mundo con los cinco sentidos.
Ponemos mucha atención en que nadie nos vea ni nos oiga cuando hacemos cosas que deseamos mantener en secreto.
Cuando verificamos que logramos nuestro objetivo sin haber sido vistos ni oídos nos sentimos tranquilos y seguros.
Sabemos que hacemos mal, pero la sensación de seguridad hace que no nos importe o nos importe poco.
Este comportamiento se da porque nuestra preocupación se centra en la opinión y en el juicio de las personas que nos rodean y de las autoridades que podrían actuar como no nos conviene.
Por no poder percibir lo espiritual con los sentidos, no nos damos cuenta de la presencia del Dios omnipresente y omnisciente y menos le llevamos en nuestros corazones y en nuestras mentes, no realizamos que Él tiene la condición de estar en todo lugar y de saberlo todo.
Por lo tanto nada hay que Él no vea ni sepa, nos es imposible ocultar algo de Él, al extremo que Él conoce hasta nuestros más íntimos y profundos pensamientos y sentimientos.
Pareciera que el salmista está diciendo que Dios no mira los pecados, o peor aún que se hace de la vista gorda. Eso es imposible porque la Palabra es clara en cuanto a que todo pecado hiere la santidad de Dios, entonces no existe pecado del cual Dios no se aperciba.
El salmista se está expresando de forma poética para decir que la misericordia de Dios es la que logra que Él no mire nuestro pecado. Su misericordia es tal que olvida la agresión de nuestros pecados. (JAH es la forma poética de Jehová).
La justicia del Padre es llevarnos a todos al castigo eterno, sin embargo la sangre de Jesucristo derramada en la cruz del calvario lava nuestro pecado, siempre y cuando la fe haga efectiva la cruz para conversión genuina de las personas.
Sin fe es imposible creer en el señorío de Cristo Jesús y sin creer en que Él es el Gran Salvador el Padre no perdona nuestro pecado.
Dios nos dice que él tendrá misericordia de quién quiera tener misericordia, nos da una pauta clara de su soberanía.
Cuando Jehová obra misericordia sobre alguien lo hace solo y únicamente para su propia gloria. Es por ese motivo que el salmista cree en lo más profundo de su corazón que en Él hay perdón y que se debe reverenciar y glorificar solo al gran Señor.
No hay humano que por sus propios méritos pueda salvarse a sí mismo, es solo Dios actuando soberanamente sobre quienes Él escoge, bendiciéndoles con misericordia, otorgándoles el perdón a través de los dones de la gracia y de la fe, quien nos salva y nos regala vida eterna.
Es entonces que nuestros sentidos espirituales son habilitados y somos dotados con ojos y oídos para ver y oír todo lo espiritual de Dios.
Que tengan un bello día y que Dios este con ustedes.