Hazme entender el camino de tus mandamientos, Para que medite en tus maravillas. Salmos 119:27 RVR1960
Queridos amigos, es remarcable cómo celebramos las maravillas de los hombres.
El hombre tiende a resaltar sus logros para poder gloriarse en ellos y de esa manera destacar y diferenciarse del resto.
Como muestra, tenemos el libro Guiness de los récords, las olimpiadas, los premios Nobel y todos los avances tecnológicos.
Adicionalmente los medios de comunicación se ocupan de enaltecer al hombre, mostrando de lo que es capaz de lograr.
Es tema de conversación preferido constatar los increíbles logros de los deportistas o de los científicos.
Se trata del humanismo en la plenitud de su existencia. Podríamos llegar a creer que realmente somos el centro del universo, si no hubiese algunos entrometidos, que nos ponen a los extraterrestres de por medio y nos hacen dudar de nuestra total superioridad.
Como podemos ver lo verdadero, lo profundo, lo relevante, lo bueno, lo justo no se toma en cuenta ni siquiera de manera superficial, porque no vende, no atrae, no entretiene.
Propongamos a un director de TV iniciar una serie sobre las maravillas de Dios, la muy probable respuesta sería que necesita réditos y no pérdidas, y si aceptase tendría que tener un contenido vendedor adecuado a los cánones actuales.
Evidentemente existe una serie que está de moda: Moisés. El creador ha cogido un capítulo de la historia bíblica para conseguir una realización anti bíblica, que busca satisfacer la gloria del hombre y los bolsillos de los productores.
Oro por los incautos que creen que esa es historia de la Biblia.
Cuánto necesitamos entender los caminos de los mandamientos de Jehová. El salmista le está pidiendo en sumisión, que no le permita actuar sin consultar con Él.
Él es Padre y el salmista es hijo, quien sabe que el consejo del Padre es perfecto, el hijo tiene ansias de aprender más y desea meditar sobre sus maravillas.
Pensemos con atención en las maravillas de Dios, considerémoslas con detenimiento, para comprender su dimensión y alcance, formémonos una imagen clara de quién las realizó, conozcamos al grandioso Creador que las realizó.
Los creyentes están facultados para ver maravillas divinas que los incrédulos no pueden percibir, ese es el principal motivo por el cual le cuesta tanto al mundo deleitarse en las maravillas de Dios.
Finalmente, lo que todos necesitamos, pero no todos lo reconocemos, es arrepentirnos y convertirnos. Solo a través de la fe en Jesucristo podemos humillarnos y bajarnos del pedestal del orgullo al cual el mundo nos sube. La gloria humana es como hierba que se seca, la gloria de Dios es eterna.
Que el Señor sea con ustedes y que tengan un día brillante.