Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? Lucas 13:2 RVR1960
Queridos amigos, es paradójico observar el disfrute de personas que viven fuera de ley en contraposición al sufrimiento de aquellos que visiblemente son buenos.
Hace tiempo escuche por ahí el dicho “hay que tener la suerte de los malos”. Es decir que siendo malo te va mejor, pues consigues más cosas por esa vía. Ser malo implica ser pecador y el pecado, al parecer, no tendría ninguna consecuencia para quienes piensan que una dosis de maldad produce buenos frutos.
Por otro lado, existen líneas religiosas que afirman que el sufrimiento del individuo es a consecuencia de su pecado. Sin lugar a dudas las consecuencias del pecado son siempre devastadoras, pero no siempre se manifiestan en este mundo.
A Jesús le preguntaron sus discípulos: ¿Quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? La respuesta fue ninguno pecó, en realidad fue la decisión soberana de Dios para que sus buenas obras se puedan manifestar en él (Juan 9:2-3)
El sufrimiento se da por causas físicas o psicológicas, en general se pueden definir dos grandes grupos. Las causas internas, que son las que se generan en el alma y el corazón; y las externas que provienen de factores tales como la familia, el entorno, el medio ambiente o el mundo.
El pecado puede conducir a sufrir por el sentido de culpa o por una consciencia atormentada, pero también puede dar lugar a que factores externos (el pecado de otros) se constituyan como detonadores del sufrimiento. Si un banquero fuga con el dinero de su banco, generará sufrimiento en todos aquellos que fueron estafados. Si la contaminación de una industria genera cáncer, provocará enfermos y familias sufrientes, que se encuentren en el entorno geográfico.
Muchos argumentan que si una persona se enferma o sufre un accidente es porque está recibiendo la justa paga por su mal comportamiento. Este pensamiento conduce a que se tenga que buscar el buen comportamiento para no tener que sufrir las consecuencias.
Tenemos un buen ejemplo en la anécdota que vivió el apóstol Pablo en Malta, cuando la gente vio que una víbora colgaba de su mano, inmediatamente murmuraron que se encontraban delante de un homicida, a quien la justicia no dejaría vivir (Hechos 28:4).
¿Será loable buscar hacer lo bueno, aunque no sea por los motivos correctos? Es la forma bajo la cual funciona la ley del hombre, porque no existe ley cuyo incumplimiento no sea penado. Por lo tanto, es mejor cumplir la ley por las consecuencias que puede acarrear, siempre y cuando te pillen. Entonces hecha la ley, hecha la trampa.
Hubo un grupo de galileos que fueron muertos por los romanos. La gente del pueblo estaba suponiendo que Dios se valió de Pilato para darles su merecido castigo, porque habrían sido más pecadores que otros galileos.
En el transcurso de la historia de la Biblia se puede observar ejemplos de la justicia divina, sin embargo, la muerte fortuita de algunos o el asesinato de otros no suele ser el efecto de la justa ira de Dios. Por lo tanto, no se puede utilizar como ejemplo la muerte de los galileos en cuestión.
La verdad es que todos los pecadores no arrepentidos pasarán por justo juicio y castigo, cuando llegue el tiempo de la segunda venida de Jesucristo. Mientras tanto la venganza divina no será ejecutada, porque Dios es paciente y misericordioso con los hombres pecadores. Aunque en su soberanía podría ejecutar su santo juicio en el momento que así lo decidiese.
Les deseo un día muy bendecido.