Hasta hoy hacen como antes: ni temen a Jehová, ni guardan sus estatutos ni sus ordenanzas, ni hacen según la ley y los mandamientos que prescribió Jehová a los hijos de Jacob, al cual puso el nombre de Israel; 2 Reyes 17:34 RVR1960
Queridos amigos, si bien el contexto de este pasaje se desenvuelve en la época del dominio del imperio asirio allá por el séptimo siglo antes de nuestro Señor Jesucristo, se adecua perfectamente a nuestros días.
Dios permitió que Asiria derrotara al pueblo israelita por todos los pecados cometidos y que después fuera llevado al cautiverio. El pecado tiene como efecto disciplina y sus consecuencias cuando existe ausencia de gracia son irreversibles.
Pasado un tiempo los asirios implementaron una política de repoblar la tierra de Samaria con los extranjeros que vivían en su imperio, la cual ayudó a mantener la paz en los territorios conquistados.
Resulta que estos extranjeros no temían a Jehová porque eran en extremo idolatras y como respuesta Jehová envió leones que los atacaban y mataban.
Se hacía necesario contar con alguien que les pudiera mostrar la ley de Dios para evitar una mayor carnicería, de ahí que el rey de Asiria ordenó que se enviara un sacerdote que se había llevado cautivo de la misma tierra (Samaria) para que les enseñara cómo temer a Dios.
Los leonés habían causado gran terror entre los paganos, lo cual dio lugar a que éstos se vieran forzados a someterse al Dios Todopoderoso. Considero que su sumisión no fue genuina sino fingida, promovida por el miedo.
De la misma manera podemos ver cómo en congregaciones que se llaman cristianas utilizan el miedo para que los inconversos se acerquen a Dios. Los llevan a utilizar a Dios para sus fines egoístas. Por ejemplo, les enseñan a declarar sanidad en el nombre de Jesucristo, apenas conociendo los rudimentos del ser cristiano.
¿Acaso nuestros motivos para seguir a Dios son para evitar la pobreza, la enfermedad y finalmente el infierno? Quien quiera seguir a Dios motivado por dichos aspectos está actuando de manera egoísta y no ha entendido el alcance de su pecado.
Las falsas doctrinas que reinan hoy en día llevan a que los supuestos seguidores de Cristo se formen pensamientos que son muy poco dignos del Dios verdadero, creando un dios a su medida. Se esfuerzan por complacer a dios con actos externos, demostrando de esa manera su amor y fe, pero sin apartarse ni un milímetro de las cosas del mundo y de la carne.
El creyente genuino debe dejar que el temor de Dios sea la tónica de su vida diaria. Recordemos que el temor de Dios es el principio de la sabiduría. Debe vivir para la honra del Señor con un corazón dispuesto a abandonar el mundo y la carne, meditando todo el tiempo sobre sus mandamientos y sobre toda enseñanza que nos regala Dios en su maravillosa Palabra.
Parafraseando al autor de Reyes, que podría ser un autor de nuestros tiempos: Todo esto sigue igual hasta el día de hoy. Ellos continúan con sus prácticas en vez de adorar verdaderamente al Señor y obedecer los decretos, las ordenanzas, las instrucciones y los mandamientos que Él nos dio.
Les deseo un día muy bendecido.