Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. Apocalipsis 5:13 RVR1960
«Y entonces oí a toda criatura en el cielo, en la tierra, debajo de la tierra y en el mar que cantaban: «Bendición y honor y gloria y poder le pertenecen a aquel que está sentado en el trono y al Cordero por siempre y para siempre».» Apocalipsis 5:13 NTV
Queridos amigos, en las eras de los grandes emperadores éstos eran alabados como dioses o semidioses.
Parecía que su honor y gloria no se acabarían nunca, quien no estuviera de acuerdo tenía las horas contadas.
La alabanza era una obligación para todos sus súbditos, sin embargo estos grandes hombres, en muchos casos, tenían poco mérito y más habilidad para el manejo político.
En otros casos se trataba de líderes natos, que lograban un sinnúmero de seguidores, no obstante, ello, ninguno de estos grandes hombres del mundo logró los cambios que su pueblo hubiera deseado y menos mantuvo el honor y la gloria en el tiempo.
Existe un grandioso emperador llamado Rey de reyes, Señor de señores a quien se le alaba muy poco y lo digo con tristeza, a quien una mayoría de los humanos tampoco quiere alabar.
Se trata de nuestro Señor Jesucristo, quien es rechazado por el mundo.
Está escrito en la Palabra que quienes le aman, los que no le rechazan, no son de este mundo, es decir viven en este mundo pero son forasteros en él (Juan 17:14, 16).
Para la segunda venida de nuestro Señor, lo dicen las escrituras, todos doblarán rodillas y reconocerán que Jesucristo es el Señor de todas las cosas, más allá de que los que contra Él se enardecen serán avergonzados (Isaías 45:23-24).
Estamos ante lo más profundo y central del servicio a Dios que los cristianos debemos realizar, se trata del objetivo final de la gran comisión (que es propagar el Evangelio).
Toda lengua confesará que Jesucristo es Señor para la gloria del Dios Padre (Filipenses 2:11).
Todos, absolutamente todos, alabarán a coro al Cordero cantando su honra, gloria y poder. En el Salmo 150:6 dice «Todo lo que respira alabe a JAH».
Nos encontramos ante una situación eterna, donde la alabanza sin fin, las bendiciones sin fin, la gloria sin fin, el honor sin fin y la adoración sin fin están dedicados solo y únicamente a quienes son dignos de toda gloria, alabanza y loor, a Cristo Jesús y al Dios Padre.
Alabemos al Dios Padre y reconozcamos a Jesucristo como nuestro Señor y redentor.
Que Dios les bendiga con su gracia.
JAH: Se trata de la abreviación poética del nombre de Jehová, el Dios Altísimo.