Dame ahora sabiduría y ciencia, para presentarme delante de este pueblo; porque ¿quién podrá gobernar a este tu pueblo tan grande? 2 Crónicas 1:10 RVR1960
Queridos amigos, gobernantes a gran escala y dirigentes o gerentes en menor escala inician sus mandatos por lo general confiando en sus propios conocimientos, destrezas y experiencia.
El hombre natural crece con la idea de cuánto más se esfuerce en sus estudios y desarrolle habilidades incrementará la probabilidad de éxito en su vida futura. Es común escuchar hablar bien de los alumnos más destacados y que éstos hagan alarde de haberse titulado con honores.
Por supuesto que es bueno esforzarse para conseguir conocimientos y destrezas en este mundo, especialmente si el esfuerzo está dirigido hacia fines honestos y mejor aún si también fueran nobles. Sin embargo y a pesar de tanto enfoque, prácticamente no se toma en cuenta a la sabiduría.
En los círculos en los que me muevo oigo decir que tal o cual persona es muy estudiada e inteligente, que es un buen líder o que es visionaria, pero no recuerdo haber escuchado que alguien sea o quiera ser sabio, quizás sea más un tema de terminología, pero debo manifestar que muy pocos en estos días buscan y admiran la sabiduría como la que el rey Salomón le pedía a Dios.
Para el mundo la sabiduría es el conjunto de conocimientos amplios y profundos que se adquieren mediante el estudio o la experiencia, es en ese sentido que Salomón le pidió ciencia a Dios. La facultad de las personas para actuar con acierto, sensatez y prudencia es otra definición de sabiduría basada en aptitudes de inteligencia emocional y también experiencia.
¿Será suficiente contar con todos los anteriores elementos para ser verdaderamente sabio? Observamos que son definiciones realizadas por el hombre natural, que no tiene a Dios dentro de su ecuación.
La verdadera sabiduría se define como la habilidad de tomar buenas decisiones basadas en el discernimiento y juicio que vienen de Dios. La Biblia nos enseña en Proverbios 9:10 que el temor de Dios es el principio de la sabiduría y su conocimiento es la inteligencia.
Ahora bien, el temor de Dios para los impíos es estar atemorizado por Su juicio y posterior muerte eterna, algunos de ellos entienden que es el respeto hacia el Altísimo, sin embargo, para el creyente el temor de Dios es mucho más, es reverenciar a Dios sirviéndole, agradándole y alabándole. El temor de Dios es la base para andar en Sus caminos entendiendo lo mucho que Dios aborrece el pecado.
Por tanto, si servimos y agradamos a Dios es porque sabemos lo que Él espera de sus hijos, es decir le conocemos porque estudiamos las Escrituras y actuamos en consecuencia, lo cual lleva de manera implícita a la inteligencia.
Entendemos que viviendo bajo los preceptos de Dios, cumpliendo sus mandamientos y haciendo su Palabra estaremos viviendo con sabiduría. No es casual que Jesús nos diga en Mateo 6:33 “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”
Dios concedió a Salomón su pedido porque pidió algo espiritual para hacer el bien a otros, en lugar de pedir cosas materiales; mostraba su clara determinación de poner en alto el nombre de Dios ante su pueblo y ante las naciones paganas cercanas. Dios no solo suplió su necesidad de sabiduría sino que también le engrandeció en extremo.
(Que el ejemplo de Salomón no nos guíe más allá de pedir sabiduría, las riquezas las recibió por añadidura y gracia de Dios, Salomón terminó sus días en idolatría.)
No cabe duda que quien busca hacer la voluntad de Dios siempre está en una mejor posición, aunque el mundo y Satanás le quieran convencer de lo contrario.
Les deseo un día muy bendecido.