Porque: Toda carne es como hierba, Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; Mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y ésta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.» 1 Pedro 1:24-25 RVR1960
Queridos amigos, en la medida en que vamos avanzando en la vida nos vamos dando cuenta, y cada vez más, de lo corta que ésta había sido.
Y en la medida en que nos vamos desarrollando espiritualmente vamos percibiendo, también cada vez más, la intrascendencia del hombre.
Podemos leer la historia y comprobar que lo «indestructible» del hombre finalmente fue destruido, veamos los diferentes imperios como claro ejemplo. Hoy pensamos que nuestra cultura está diseñada para ser duradera, sin embargo, ya se vislumbran cambios gigantescos que darán lugar a una vida nada comparable a le que sin ir lejos tuvimos en nuestra niñez.
El humano común piensa que estamos evolucionando, elevando a los cielos los avances tecnológicos, sin ver a dos palmos de sus narices porque lo malo se está convirtiendo en bueno y lo bueno es, cada vez más, visto como malo. Haciéndose la brecha cada vez mayor entre lo finito del hombre y lo eterno de Dios.
Ya lo dice Dios que la gloria del hombre es más imperecedera que la hierba misma, todo lo que nos parece fantástico y nos lleva a jactarnos como los seres más inteligentes pasará. ¿Acaso cuando morimos no termina todo? Quizás trascendamos en los corazones de nuestros seres queridos, pero a lo mucho por una generación o dos.
En verdad nada somos, sin embargo podemos contar con nuestro Señor y salvador, el Rey de reyes, el Alfa y el Omega, el Verbo, a través del cual fueron hechas todas las cosas.
Leamos las escrituras que son palabra eterna, valoremos lo eterno, busquemos a Jesucristo. Arrepintámonos de nuestros pecados y pidámosle perdón en genuino arrepentimiento.
Entonces de la intrascendencia podremos pasar a ser parte de la familia eterna de Dios.
Que tengan un bonito día acompañados del Señor Jesús.