Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, Cuya esperanza está en Jehová su Dios, Salmos 146:5 RVR1960
Queridos amigos, en mi época de incrédulo buscaba tener personas que fungieran como punto de apoyo para los momentos en que pudiera tener alguna necesidad. Era todo a nivel imaginario porque ellas nunca se enteraban. Esa era mi manera de buscar seguridad (psicológica).
Se suele utilizar la expresión «gracias a dios» como muletilla por muchas personas para referirse a que algo salió bien o no sucedió de mala manera, se menciona a Dios pero la intención se dirige más hacia la suerte o buena providencia.
En mi caso puedo decir gracias a Dios no tuve ninguna necesidad que me impulsara a recurrir a las personas referenciales que mencioné. Mi agradecimiento es específico para con Dios, ahora que soy creyente puedo discernir que a pesar de haber rechazado al Creador en otros tiempos, Él siempre ha sido mi Ayudador.
Como pecador he vivido momentos de exceso y de desenfreno que me podrían haber llevado a situaciones dramáticas, sin embargo estoy completamente seguro que mi Señor y Dios mandaba sus ángeles para cuidarme.
Me siento bienaventurado porque Dios se ha fijado en mi, un pecador que solo es merecedor de castigo. Qué bendición maravillosa es recibir el don de gracia sin hacer o haber hecho absolutamente nada.
La salvación es por gracia y no por obras. La gracia es un regalo de Dios que no merecemos, solo Él sabe el motivo por el cual Él me escogió, yo no encuentro ningún motivo que haya podido llevar a Dios a escogerme, porque soy consciente de que no soy merecedor de nada.
Alguien me podría cuestionar cómo pude haber llegado a creer que soy salvo. La respuesta está en el don de fe que el Dios Padre me ha regalado y a través de ese divino don es que puedo tener la esperanza firme que después de morir físicamente estaré en la presencia del bendito Creador y compartiré la vida eterna con Él.
Además de lo anterior puedo ver cambios radicales en mi vida, que sin el poder de Dios de por medio nunca hubieran sido posibles.
Mi anhelo se centra en vivir para Jehová, a pesar de no ser obediente en variadas ocasiones, mi deseo es cumplir con los preceptos de la Palabra y querer vivir para su gloria.
Me veo en retrospectiva y yo mismo no puedo creer lo que era, al fin y al cabo quien mejor se conoce es uno mismo, después de Dios.
Tengo el mismo sentir que el salmista y me siento bienaventurado por contar con el poder de Dios actuando sobre mi vida y vivo con la esperanza firme de que llegará el día en que pueda gozar de la presencia de Dios a su lado.
Les deseo que sean bendecidos con la gracia del Dios de Jacob.