Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Lucas 15:20 RVR1960
Esta es la entrañable historia del hijo pródigo. Todo su entorno tenía excelentes argumentos para juzgarlo y rechazarlo, no sin motivo.
Se dio licencias impresentables, pidió su herencia fuera de tiempo, la dilapidó viviendo licenciosamente y toco fondo.
Se dio cuenta que era mejor humillarse ante su padre y ofrecerse como su jornalero, que seguir compartiendo la comida con los cerdos y volvió a casa.
El padre en vez de primero darle la reprimenda que merecía, lo recibe con amor echándosele en el cuello, le da las mejores ropas y prepara un banquete en su nombre.
Que ejemplo más hermoso de misericordia y de perdón.
Nuestra propia justicia nos dice cómo actuar en estos casos y primero esperamos que se nos disculpen, luego la pensamos si vale la pena perdonar y en ese ínterin nos dominan amargura y rencor, que nos separan de Dios.
Tomemos este bello ejemplo para ser rápidos en perdonar y obrar en misericordia con nuestro prójimo, seamos obedientes a la palabra.
Recordemos que Dios nos bendice con sus muchas misericordias.
Oremos al Señor en plegaria humilde, pidiéndole nos bendiga con un corazón misericordioso