Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed. Lucas 12:4-5 RVR1960
Queridos amigos, es por todos sabido que quien nace está destinado a morir, la muerte física es inevitable y es solo cuestión de tiempo.
Probablemente por la plena conciencia de que se ha de morir, el humano en general se aferra a la vida como algo sumamente preciado.
El mundo tiene en alto a las personas que luchan contra la muerte y la vencen temporalmente y en cierta manera desprecia a quienes se abandonan para dejarse morir.
En nuestras regiones geográficas no se está sufriendo de violencia armada por lo que es menos probable que se tenga que pensar en que alguien pueda venir a matar a otro, es en ese sentido que se puede casi descartar el temor de morir asesinado.
Por lo tanto el pensamiento razonable actual del mundo está orientado a cómo lograr vivir más y mejor, o dicho en otras palabras a cómo aferrarse a la vida, lo cual implica cuidarse de las enfermedades, ser prudente al conducir, no practicar deportes de alto riesgo, evitar el consumo de cigarrillo, alcohol y drogas, comer sanamente, hacer ejercicio de manera regular, dormir lo suficiente, evitar el estrés y así sucesivamente.
A pesar de llevar una vida muy sana y ordenada ninguno está exento de recibir la sorpresa de la muerte, se conocen suficientes ejemplos que así lo demuestran.
Por otro lado están los cínicos que van en contra de su propia salud y que en son de mofa dicen que de algo hay que morir.
Preguntémonos ahora, ¿cuán relevante es esta «fijación» por mantener la vida? Si se vive solo una vez, es tremendamente relevante lograr una buena calidad de vida porque después quizás espera la nada. Por otro lado sI se vive para luego terminar en el infierno por la eternidad después de la muerte física, es quizás en extremo relevante pasarla muy bien en este mundo.
Sin embargo si se tiene a Jesucristo como Señor y salvador el morir es ganancia, como lo dijo el apóstol Pablo (Filipenses 1:21), porque el nuevo nacimiento espiritual en Cristo Jesús lleva a una vida eterna sin sufrimientos, sin dolor, sin enfermedad en el reino de los cielos.
Los cínicos, una vez más, dicen que la vida en el reino de Dios es muy tediosa porque se la pasa en santo aburrimiento, afirman jocosamente que el infierno es mejor por la diversión que el pecado conlleva.
El infierno no es un parque de diversiones, sino más bien el lago de fuego y azufre. La Biblia dice que los que queden fuera estarán en tinieblas, donde será el llanto y el crujir de dientes (Lucas 13:28).
Las Sagradas Escrituras son precisas en indicar quiénes quedarán fuera del cielo. Serán todos los que no hayan creído de manera genuina en Cristo y le hayan reconocido como su Señor y salvador.
Dios, a pesar de su atributo de amor, obrará en justicia con todos aquellos que le rechazan. El rechazo implica ir en contra de los preceptos de la Palabra escrita, es decir llevar una existencia distante de su justicia viviendo en pecado.
El pecado es transgresión a la ley de Dios y hiere su infinita Santidad, lo cual conlleva un meritorio y justo juicio para los transgresores, con el consiguiente castigo. La pena es eterna permanencia en el infierno.
Temamos al Dios Todopoderoso quien da vida y la quita, y también puede echar en el infierno. ¿Acaso el Señor de los ejércitos no es un Dios temible? Les deseo un día viviendo en obediencia, que Dios les bendiga.