Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada es puro, sino que tanto su mente como su conciencia están corrompidas.” Tito 1:15 LBLA
Queridos amigos, debemos partir del principio de que el corazón del hombre es engañoso y perverso, no importa su cultura ni su religión ni la época en que vive ni el lugar donde vive. Sin duda existen diferencias entre una nación y otra, algunas son desordenadas y corruptas, otras disciplinadas y orientadas al cumplimiento de las leyes. Pero la naturaleza caída del hombre hace que su corazón sea como es en todo tiempo, lugar y circunstancia.
Los judíos dentro de su profunda religiosidad tenían muchas cosas por inmundas y de esa manera se creaban pecados inexistentes a los ojos de Dios. Era pecado tocar aquello, comer lo otro, o hacer lo de más allá, sin considerar si realmente venía de Dios. De similar manera están en nuestros días, por ejemplo, los mormones y los testigos de Jehová, que no toman café o que no se hacen transfusiones de sangre, o algunos hermanos en la fe que afirman que no hay que comer sangre. Muchos de ellos se muestran hipócritamente piadosos, negando y rechazando a Dios con sus vidas.
Si bien no es malo comer lo que Dios puso a disposición del hombre, el apóstol Pablo escribió: No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come (Romanos 14:20). Si mi hermano afirma lo malo de comer morcilla, no la comeré mientras esté con él para no ser piedra de tropiezo para él.
Jesús fue claro con respecto a los alimentos: Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre (Marcos 7:15). Por lo visto lo que determina qué es puro o impuro es la actitud en el corazón. Si un corazón es puro hace puro todo lo que piensa, habla y toca y si es impuro hace pecado de las cosas lícitas y buenas.
En los tiempos del cristianismo primitivo como en estos tiempos los falsos maestros están al acecho, se ocupan de difundir falsas doctrinas, guiando al error a muchos. Algunos de ellos tienen móviles malignos y otros son solo ignorantes, porque si se sustentan en algunos aspectos bíblicamente, su discernimiento humano prevalece.
El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca (Lucas 6:45). Esto es válido para cualquier hijo de vecino como para el mejor o peor intencionado de los falsos maestros. Es así, que las cosas son puras para los puros y malas para los malos.
El nacido de nuevo tiene al Espíritu Santo que actúa como un filtro, que permite discernir lo bueno de lo malo, por lo tanto, puede ver lo bueno dentro de lo malo. Ve lo bueno a su alrededor, mientras que otros están viendo lo malo, pues sus mentes y corazones no regenerados tiñen de malo lo bueno que ven y oyen.
La sabiduría inspirada del apóstol Pablo nos da una recomendación excelente: Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad (Filipenses 4:8). Si somos de Dios hemos de pensar solo y únicamente en lo bueno.
No nos desviemos ni dejemos que nos desvíen de la sencillez de la fe. Que nuestro temperamento no ayude a ensombrecer las cosas buenas. Pidámosle a Dios para que cada vez más tengamos esa naturaleza pura que atraviesa la oscuridad como los potentes rayos del sol del amanecer.
Les deseo Un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.