dijo: ¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor? Hechos 13:10 RVR1960
Queridos amigos, los intereses económicos suelen prevalecer sobre la fe entre los impíos.
Cuando sienten que su riqueza o su fuente de ingresos son tocados no escatiman en hacer cualquier esfuerzo con tal de salvaguardarlos. Tenemos variados ejemplos en la Biblia, tales como el pasaje del joven rico en Mateo 19:16-30; la triste historia de Ananías y Safira de Hechos 5:1-11; el suceso de la mujer que tenía un espíritu de adivinación en Hechos 16:16-24; el tumulto de los plateros dirigido por Demetrio en Hechos 19:23-41 y la historia del falso profeta Barjesús en Chipre de Hechos 13:4-12.
La Palabra nos enseña que los creyentes debemos ser amables, sin importar la situación en que nos encontremos, sin embargo, existen ocasiones específicas en las cuales es necesario confrontarse, y eso fue lo que el apóstol Pablo hizo, reaccionó firmemente contra la agresiva oposición de Elimas.
Barjesús o Elimas era el mago y adivino privado del gobernador de Chipre, quien generaba resistencia porque veía el peligro de la posible conversión a Cristo de su empleador como un serio perjuicio para sus privilegios y beneficios. No solo sería una pérdida de bienestar y dinero, sino que también muchos serían influenciados para seguir a Cristo a través de la posición de poder de tan importante autoridad. Aquí observamos las acechanzas del diablo, quien no descansa para evitar que personas poderosas lleguen a Jesucristo.
Su oposición tenía consecuencias gravísimas, pues no solo estaba yendo en contra de la santa doctrina de Jesucristo, sino que estaba evitando que otros pudieran alcanzar la vida eterna.
De igual manera me he cruzado con mucha gente que rechaza el evangelio, discutiendo sobre la deidad de Cristo, defendiendo sus posturas religiosas equivocadas. Éstos son piedra de tropiezo para el prójimo que quizás hubiera estado dispuesto a encaminarse en la senda angosta y recta que lleva al cielo.
Rebaten y discuten con vehemencia, defendiendo sus posiciones, porque no tienen ojos para ver ni oídos para escuchar lo espiritual. El engaño en el que viven sumado a su pecado, lleva a que en la Biblia se los describa como hijos del diablo, tal cual Pablo llamó a Barjesús.
En contra de una creencia comúnmente difundida, no todos somos hijos de Dios, solo aquellos que reciben a Jesús como el Cristo tienen tal potestad (Juan 1:12), porque son regenerados en espíritu.
En el sentido espiritual quienes no son hijos de Dios resultan ser hijos del diablo. A éstos a pesar de ser criaturas de Dios y ser engendrados por un padre terrenal se los describe de tan terrible manera, porque se resisten a hacer la voluntad del Padre.
No se puede servir a Dios y a las riquezas, no se puede tener dos señores (Mateo 6:24), si se sirve al dinero o a cualquier otra cosa se es esclavo de Satanás. El apóstol Juan lo expresa con diáfana claridad: el que práctica el pecado es del diablo (Juan 3:8).
Los bendecidos con la gracia somos llamados a misericordia y no podemos ir por la calle diciendo a todo aquel que se nos cruza por el camino “hijo del diablo”, solo porque en nuestro criterio es un inconverso. Los convertidos no somos mejores que nadie y quizás somos más pecadores que muchos otros, la diferencia la hace Dios a través de su gracia inmerecida en sus escogidos.
Muchos, además de no andar en los caminos de Dios, se ocupan que otros tampoco lo hagan, poniéndoles en contra de toda justicia y verdad. Al obrar de tal manera, no solo están defendiendo sus pensamientos y filosofías, sino que también están haciendo el mal, evitando que su prójimo puede enderezar sus veredas caminando en la doctrina de Jesucristo.
Debemos estar agradecidos con nuestro Señor, pues no hay fuerza humana o satánica que se pueda interponer a su poder, cuando Él decide llamar a un alma pecadora no hay religión ni filosofía ni pensamiento ni fuerza alguna que se le pueda resistir.
Les deseo un día muy bendecido.