Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna. Hechos 13:48 RVR1960
Queridos amigos, durante las primeras cuatro décadas de mi vida fui un incrédulo recalcitrante, además de irreverente con Dios.
Viendo en retrospectiva debo agradecer a mi Señor porque nunca dejó de cuidarme, generé situaciones en las cuales pudo irme muy mal, pero, gracias a Él, no fue así, lo sé ahora. Me doy cuenta que Dios me acompañaba, porque tenía un plan para mi desde antes de mi nacimiento.
Si Dios no tomara la iniciativa en la obra de salvación nadie sería salvo. Tanto en la Biblia como en mi testimonio personal observo a Dios influyendo sobre las personas por Él escogidas para cambiarles radicalmente el curso de su existencia a través de un nacimiento a una nueva vida.
Antes de la venida de Jesús no había habido nadie que les predicase específicamente a los gentiles. Pablo, llamado el apóstol de los gentiles, durante sus viajes misioneros se dedicó a enseñar a judíos y gentiles, terminando en muchos casos alejándose de los de su pueblo para solamente predicar a los gentiles paganos. Fue así que les enseñaba que a través de Israel había llegado Jesucristo, la luz para las naciones, la cual se esparciría por el mundo y alumbraría también a los gentiles.
Pablo enseñaba sobre la justificación de los pecados por la fe en Cristo, y que con su muerte había traído la redención para todos aquellos que en Él creen, indistintamente de su origen o religión. Los gentiles estaban felices porque entendían que dicha redención los incluía a ellos también.
Los judíos, que habían sido el pueblo escogido desde tiempos antiguos, repudiaban al Hijo de Dios que les ofrecía vida eterna. Estaban demostrando ser completamente indignos de la misericordia y gracia de Dios, aunque nadie es digno de nada delante de Dios. Existe una gran diferencia entre ser parte del pueblo escogido de Dios y ser escogido por Dios para vida eterna de manera individual.
Observamos que los judíos tenían una actitud prejuiciosa y celosa ante el “éxito” de Pablo con los gentiles. A pesar de oír el evangelio a través del apóstol no les llegaba la fe para creer en Jesucristo, lo cual conducía a que se mantuviesen dentro de sus creencias en torno a la religión judaica, y al ver que se predicaban herejías, según ellos, decidieron expulsar a Pablo y Bernabé del poblado.
Lucas, el autor del libro de los Hechos, es explícito al mencionar que el propósito predeterminado de Dios no puede ser impedido por nada ni nadie.
Aquellos que supuestamente tenían los corazones más duros por ser paganos, respondieron al mensaje del evangelio por medio de la fe, porque habían sido elegidos desde antes de la fundación del mundo para vida eterna (Efesios 1:4).
La voluntad soberana de Dios fue escoger desde el inicio de los tiempos a los que serían salvos. El apóstol Pablo escribe en Romanos 9:16, así que no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Y Dios manifestó en Éxodo 33:19, tendré misericordia de quien yo quiera y mostraré compasión con quien yo quiera. Y Jesús explicó que dentro de la voluntad del Padre que le envió estaba el mandato de no perder a ninguno de los que el Padre le había dado al Hijo, sino que Él mismo los resucitase en el día final (Juan 6:39).
Lo que traía gozo a los gentiles generaba indignación entre los judíos, quienes de ninguna manera se consideraban a la altura espiritual de los paganos. Dios tiene sus caminos previstos, y mientras más rechazo generaban los judíos, más gentiles paganos se convertían al nuevo camino
Debemos aceptar la prerrogativa de Dios de ser Dios. Para muchos es molestoso escuchar hablar sobre la soberanía de Dios cuando se trata de la elección. Debemos entender que esta doctrina aplasta el orgullo y la soberbia del hombre, y así lo hizo con la actitud de los judíos opositores.
Les deseo un día muy bendecido.