Y se alegró el pueblo por haber contribuido voluntariamente; porque de todo corazón ofrecieron a Jehová voluntariamente. 1 Crónicas 29:9 RVR1960
Queridos amigos, es emocionante llegar a conocer actos de desprendimiento tan significativos como éste que realizó el pueblo de Israel siguiendo el ejemplo del rey David.
Durante mucho tiempo el rey David estuvo reuniendo materiales para la construcción del templo que sería dedicado a Jehová. Si bien Dios le dijo que no sería él quien haría construir el templo, lo cual seguramente significó una decepción, su amor por su Señor no cejó y durante años se mantuvo firme en su propósito de dejar todo preparado para que su heredero Salomón iniciara con la construcción lo antes posible.
Después que Salomón le sucediera en el trono, David decidió donar todas sus posesiones para que se pudiera construir un templo digno de Dios. De igual manera, invitó al pueblo a que diese lo que su corazón le dictase. La donación fue inmensa y estaba compuesta de oro, plata, bronce, hierro y piedras preciosas.
Fue una ofrenda realizada de todo corazón y todos los que contribuyeron, que fue el pueblo de Israel en general, se alegraron por haber tenido tan buena voluntad.
Una vez concluido el proceso de donaciones David alabó al Señor en presencia de toda la asamblea. La alabanza de David se centraba en exaltar la infinitud de Jehová, su grandeza, su gloria y majestad. Reconocía que todo lo que hay en los cielos y en la tierra es del Señor, hacía especial hincapié en que el reino de Israel era el reino de Dios, porque Él gobierna sobre todo.
Adoraba a Dios como el que está por sobre todas las cosas. Manifestaba que la riqueza y el honor solo venían del Altísimo y el poder, la fuerza y la victoria estaban solo en Sus manos.
Sabía y reconocía que el único que tiene criterios perfectos es Dios y que según sus decisiones la gente recibe fuerzas y puede llegar a ser poderosa y rica. Fue de esa forma cómo el pueblo de Israel pudo acumular riquezas. Recordemos la obra de Jehová sobre los egipcios cuando los hebreos abandonaban el país, Dios hizo que se desprendieran de sus cosas de valor para beneficio del pueblo de Israel.
Tal como lo hicieron los descendientes de Jacob, el creyente debe dar para las obras de Dios, al fin y al cabo lo que dona solo es devolverle a Dios lo que es de Él.
El problema se suscita cuando no está claro que se trate de una obra del Señor, en ese caso el creyente debe ser cauteloso, especialmente con los lobos vestidos de oveja, que piden solo para su beneficio propio, encubriendo su engaño con piedad y religiosidad.
Desde esa perspectiva el diezmo que la mayor parte de las congregaciones pide no es bíblico, tampoco es bíblico que el pastor viva de dichos ingresos, se trata de una tradición instaurada hace tiempo y que sin duda es difícil de romper, incluso cuando se conoce la verdad.
El cristiano debe estar preparado para dar, debe sin duda ofrendar y es su deber hacerlo con liberalidad, recordemos a la viuda ofrendando sus dos monedas de cobre en Marcos 12:42.
Cuando demos no hagamos aspavientos, que sea un dar humilde y ojalá en secreto, reconociendo que todo lo que tenemos es nuestro porque el Señor nos lo dio.
Les deseo un día muy bendecido.