Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez. Hechos 17:32 RVR1960
Queridos amigos, al hombre natural le cuesta admitir, que la voluntad humana, su propia voluntad, en todo tiempo y en todo lugar está en constante oposición a Dios.
En esa misma línea los atenienses actuaron de la manera políticamente correcta ante el apóstol Pablo permitiendo que expusiera sus ideas en el Areópago. Tenían comezón de oír y por ello estaban ansiosos de escuchar sobre la nueva enseñanza que estaba difundiendo.
Se evidencia que el corazón del hombre anda buscando satisfacer sus necesidades espirituales en cuestiones entreveradas y fantasiosas. Por eso le es más fácil creer en lo que cualquier religión dice, que en el evangelio de Jesucristo.
Prefiere opinar sobre la reencarnación y que en el pasado fue algún animal, llevando a chiste la situación, a enfrentar la realidad de una muerte eterna, que la percibe tan etérea como el impalpable y transparente aire.
La lógica y el razonamiento dominan su corazón, y lo que le parece imposible también lo percibe como ridículo. En ese sentido los atenienses, como representantes también de este mundo actual, se mofaron de Pablo cuando mencionó que habría una resurrección de los muertos para vida y otra para muerte eterna.
Hay quienes creen que la muerte es una liberación de los problemas de este mundo, entonces no querrán resucitar, pensando que después de morir les espera la nada definitiva, por lo tanto, hay que sacarle el jugo a esta vida. Una gran mayoría, que no es creyente genuina de la fe en Jesucristo, cree que de todas maneras estará en el cielo en la gloria del Padre celestial, porque Dios es bueno. Y también existen un sin fin de otras creencias sobre lo que pasa después de la muerte física.
La pregunta es: ¿por qué es tan difícil creer en el evangelio? Porque el evangelio le pide cosas al hombre, que no está dispuesto a conceder o a soltar. Es por eso que cuando un apasionado creyente como Pablo evangeliza, muchos lo miran como una diversión más o como alguien digno de mofarse. Se lamentarán por su necia actitud, pues lo que comenzó en risa terminará en llanto.
Cuando no se está dispuesto a oír la sanadora verdad que duele, es más fácil aplazar el tema para otro momento. Como cuando alguien viene a pedir ayuda y le decimos que vuelva mañana, porque hoy nos está importunando. Llegará el día en que se den cuenta de lo peligroso que había sido desplazar para después lo más importante.
La doctrina cristiana suele ser tratada con desprecio o con indiferencia. ¿Cómo es posible que el tema más relevante de todos los temas, aquello que merece la mayor atención, sea lo que menos se quiera atender? La respuesta está en la dureza de corazón del hombre caído.
La Biblia nos enseña, que la Palabra nunca vuelve vacía (Isaías 55:11), eso implica que siempre habrá una consecuencia para quienes la escucharon; algunos se convertirán en creyentes verdaderos y otros la rechazarán sufriendo después las terribles consecuencias.
La doctrina presentada por Pablo promovió que la mayoría se riera, en otros pocos fue sembrada la espinita para desear profundizar en el tema posteriormente, y un pequeño grupo creyó.
Nuestra salvación y resurrección para vida eterna vienen de nuestro Señor Jesucristo. No debemos acobardarnos por el temor al rechazo de muchos, es suficiente si uno sólo llega a creer, el resultado del esfuerzo vale la pena, porque nuestro corazón se llena de gozo y los ángeles hacen fiesta en el cielo, cuando un pecador se arrepiente (Lucas 15:10).
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.