No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. Isaías 41:10 RVR1960
Queridos amigos, nuestro Creador no tiene motivos para amarnos, no existe nada en nosotros que pueda moverlo a amarnos. Entonces, ¿cómo es posible que nos ame?
Por amor a sí mismo Dios escogió a Israel como su pueblo en los tiempos del Antiguo Testamento, así como también tiene a sus escogidos en estos tiempos, los creyentes que conforman la iglesia, a partir del nuevo pacto generado a través de su Hijo Jesucristo.
El hecho de que el amor a sí mismo sea el motivo para que Dios prodigue su amor al hombre, da lugar a que sea un amor infinitamente fiel, es el tipo de amor que sólo puede venir de Dios. La gracia común es la demostración de amor por todas sus criaturas y la gracia especial es la prodigación de amor reservada para los que se convierten en Sus hijos.
Podemos tener la absoluta confianza de que es un amor inquebrantable, el cual está indivisiblemente unido a su presencia con los creyentes a través de una relación íntima, cuya cercanía nos da la seguridad de fortalecernos para combatir al pecado y otras situaciones de la vida terrenal.
Dios quiere que confiemos en Él, no nos pone todo servido en bandeja para que tomemos lo que nos plazca. En su sabiduría permite que vivamos la vida que corresponde a este mundo, un mundo de tribulación. Pero nos dice con tierna voz: No temas y no desmayes, yo te sostendré, yo estoy contigo.
No existe consolación humana equivalente a la consolación de Dios. Cuando te diriges en oración al que sabes que está ahí contigo, y hablas con Él entregándole tus cargas, como por arte de magia te gozas y puedes continuar con tu vida. Los problemas pueden continuar, pero el Dios de la consolación está a tu alcance y obra sobre tu corazón dándote paz y gozo en Él.
Si estás sólo, Él te acompaña. Si estás cansado, Él te da reposo. Si te sientes débil, Él te fortalece. Si estás pasando necesidades, el provee o te da el sustento espiritual para sobrellevar la dificultad. Dios es una fuente inagotable de amor y de bondad.
Podemos estar seguros de que Dios sostiene a todos los que caen y levanta a todos los oprimidos de su pueblo (Salmos 145:14). Porque Él nos da conforme a las riquezas de su gloria, y fortalece con poder al hombre interior en nosotros por su Espíritu (Efesios 3:16).
El hombre natural debe preocuparse por su debilidad, el hombre de Dios está bendecido con la gracia divina, y mejor si es débil, pues el poder de Dios se perfecciona en su debilidad. Por ese motivo el apóstol Pablo afirmaba, que de buena gana se gloriaba en sus debilidades, para que reposase sobre él el poder de Cristo (2 Corintios 12:9).
Si todo lo expuesto no conduce a que podamos confiar en el Dios maravilloso que nos acompaña, es porque necesitamos arrepentirnos y convertirnos. Quiera Dios darnos el discernimiento suficiente como para que nos demos cuenta de todas las formas en que nos ayuda.
Debemos agradecer a Dios por su amor desinteresado y eternamente fiel por nosotros. Pero no debe quedar en palabras, debemos acompañar su amor con nuestras obras de justicia en obediencia.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.