Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne. Colosenses 2:23 RVR1960
Queridos amigos, el esfuerzo humano como elemento esencial es parte indisoluble de las religiones creadas por el hombre, y es imposible acercarse a Dios practicando una de dichas religiones, que confían en la práctica de rituales y el cumplimiento de normas.
Por ejemplo, existe mucha gente que confía en el efecto positivo de la humillación del cuerpo. Realizan extenuantes caminatas, interminables bailes, duros ayunos y vigilias, también les gusta recorrer largos trechos de rodillas en honor de la deidad que desean honrar.
En círculos católicos persignarse es un ritual que demuestra que se está con Dios, de entrega a Dios o que se espera algo de Él. Cuando el católico pasa delante de una iglesia se persigna de manera automática, cuando el avión está por despegar se persigna o cuando no quiere que pase algo se persigna diciendo “Dios no lo quiera”. Se trata de un simple acto religioso, que por la misericordia de Dios podría tener algún efecto.
Los rituales y tradiciones suelen parecer buenos, especialmente cuando se siguen normas religiosas, da la apariencia de alta moralidad por la disciplina aplicada. Son rituales que tienen reputación de sabiduría, pero su trascendencia no supera lo terrenal. Es mera ostentación de devoción, que causa impresión de piedad.
El penoso resultado de tanta religiosidad es la infructuosidad ante Dios. No tiene valor alguno para Él. Se trata de simples actos personales, sacrificiales, ceremonias estudiadas o de tipo exótico, cultos elevados, dogmas, restricciones en la alimentación y en el comportamiento, y reglas y más reglas, que solo impresionan a hombres. Lo único que consiguen es satisfacer la mente carnal de los hombres, complaciendo la sabiduría y justicia propias, y despreciando la verdad y justicia de Dios.
Son cultos voluntarios ideados por mentes humanas y por voluntad propia del hombre y no de Dios. La voluntad humana pone de lado a la voluntad Divina. Con leer las Escrituras con detenimiento se pueden identificar los graves errores en las religiones humanas.
Dios es celoso de sus decretos, preceptos y mandamientos, por lo tanto, aborrece el culto voluntario humano. No dudó en darnos un fuerte ejemplo de su celo, matando a los dos hijos nada menos que de Aarón, Nadab y Abiú, por quemar fuego extraño.
No es necesario hacer más de lo que Dios exige, especialmente cuando se realiza solo en apariencia. Querer adorar o comunicarse con Dios a través de intercesores o mediadores como loa ángeles, los santos o la virgen es rechazar la honra que Dios nos da de tener comunión directa con su Hijo Jesucristo. En algunos casos demuestra una falsa indignidad de pensar en no poder hablar directamente con Dios.
Dios no exige degradarnos corporalmente. Él quiere que tengamos una justa estimación de nosotros mismos, a sabiendas de que Él es nuestro creador y que Jesucristo es nuestro Señor a quien debemos todo sometimiento. Negarse a sí mismo debe ser en términos espirituales y no carnales, poniendo primero a Cristo y después al ego.
Asirse de religiones y cultos extraños es agarrase de aquello que para muy poco sirve, y es la mejor manera para mantenerse alejado de Cristo. Las modas del mundo sólo son para los incrédulos, los verdaderos creyentes no deben separarse en absoluto de los propósitos y fines del Evangelio. Es un deber vivir en pleno sometimiento al Señor Jesucristo.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.