La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas? Mateo 6:22-23 RVR1960
Queridos amigos, cuando tenemos alguna afección a la vista, además de tener dificultades con la visión, podemos sufrir de náuseas, indisposición y dolor de cabeza.
Ante tales males no dudamos en apresurar nuestra visita al médico oftalmólogo. Ese es un ejemplo de ojos “malos” en el ámbito físico.
Hablando en términos espirituales, ¿qué es un ojo bueno?
Veamos primero el ojo malo, es aquel que está fijado en las propias necesidades y deseos del corazón, está encaminado a buscar los tesoros terrenales (Mateo 6:19). Al contrario el ojo bueno es aquel que se enfoca en la gracia de Dios.
¿Qué es poner la vista en la gracia divina?
Somos salvos por gracia, un regalo inmerecido de parte de Dios. A pesar de ser merecedor de menos que nada, el Padre celestial se fija en el pecador con corazón misericordioso y decide darle fe para que crea en Jesucristo como su Señor y salvador, y para que la muerte sustituta del Redentor se haga efectiva en su persona para justificación (perdón) de sus pecados y posterior vida eterna.
El pecador convertido después de ser bendecido en tal manera debería vivir por gracia. Es decir, el tiempo no podría abastecerle para agradecer y agradar a Dios, en todo lo que haga, vea y piense, pues el constante recuerdo de quien tuvo misericordia y le amó con su gracia, jamás debería ser alejado de su vida. Utilizo el condicional, porque el creyente no siempre vive por gracia.
El enemigo, es decir Satanás, intenta por todos los medios que el hombre natural se quede arraigado en la búsqueda de sus sueños terrenales. Una manera muy efectiva de conseguir mantener atontada a su presa, es a través de la televisión. Si ves lo malo e indebido con tus ojos, tu cuerpo estará en oscuridad, ¡objetivo logrado!
En la TV se ve lo que muchos sueñan tener, pero que jamás alcanzarán a poseer. Una combinación de lo bueno y lo malo: riquezas, belleza, buenas y malas obras, pasiones de todo tipo, amor, compasión, lujuria, adulterio y un largo etcétera. Sería extraño que el engañador mostrase sólo lo malo, esto llevaría a sospechar hasta a la mente menos lúcida.
Con la televisión clásica no fue suficiente, entró la TV por cable y luego el internet. Ahora el televidente dispone de Netflix y otros similares. Se puede ver ilimitadamente una cantidad fenomenal de películas, documentales y series por un módico precio, siempre y cuando se cuente con servicio de internet, el cual es, ahora, más indispensable que la comida en muchos casos.
Los buscadores inteligentes aportan con sugerencias que se adecuan al gusto del televidente, de tal manera que no deje de seguir disfrutando. Se ve como algo bueno, un servicio extraordinario, sin embargo, cuando se observa desde la perspectiva de Dios se trata de una avanzada para el dominio de las almas.
Con dolor debo admitir que soy uno de los engañados, por haber caído en la trampa de consumir mi tiempo de mala manera viendo series, que en nada edifican, más bien llevan oscuridad a mi cuerpo a través de mis ojos.
Me quiero imaginar la reacción de los ejecutivos de una de estas empresas después de escuchar que Satanás está detrás de su desarrollo y éxito. Sin embargo, el vertiginoso desarrollo que están teniendo no es casual. Van a la par de Facebook, Google, Instagram, Whatsapp y varios otros, que poco a poco están preparando el terreno para la existencia de un dominio global, el cual está profetizado en la Biblia.
Seamos selectivos con lo que vemos. El tener la vista en cosas inapropiadas nos aleja de la luz y la verdad, con la durísima consecuencia de sumirnos en oscuridad y engaño. Imploremos a Dios para que nos otorgue discernimiento a fin de tomar la decisión correcta cuando nos encontremos ante una tentación.
Le pido a Dios que nos dé ojos para ver y oídos para escuchar.