Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí. Romanos 9:13 RVR1960
Queridos amigos, el pecado en el hombre es tan evidente y natural, que nadie es digno de ser amado por Dios.
Este hecho es prácticamente lo primero que un bendecido con la gracia reconoce, al arrepentirse profundamente de sus pecados. Quien piense que es digno del amor de Dios no ha entendido el sentido de la muerte de Jesucristo en la cruz.
A pesar de ello, Dios es bondadoso y esparce su bondad por el mundo, todos se benefician de su invaluable bondad. El Creador también muestra su amor a quienes no lo merecen, la mayor muestra posible de amor es haber mandado a su único hijo a morir en muerte de cruz.
No podemos comprender los motivos de Dios para hacer las cosas que realiza. Dios es soberano y perfecto. La soberanía de Dios implica que al ser Dios puede hacer lo que quiera, como quiera, cuando quiera, donde quiera y con quien quiera. Su perfección da lugar a que cualquier cosa que Él haga siempre sea buena, santa y justa, incluso el mandar a alguien al infierno o matar con una plaga a una nación entera.
La Biblia nos enseña que el vaso no le puede decir al alfarero que forma desea tener, simplemente se debe someter al gusto y habilidad del artesano. Puede que lo haga para que un rey beba de él o para que sea usado como basurero (Romanos 9:21).
Finalmente está la misericordia de Dios, que según las mismas palabras de Dios será dada a quien Él quiera, como quiera y cuando quiera. Se lo dijo a Moises en Éxodo 33:19. Constatamos que Dios decide soberanamente a quien bendecir con su misericordia y consecuente gracia.
El apóstol Pablo en Romanos 9:14 pregunta si hay injusticia en Dios por tomar decisiones a la vista del hombre bastante injustas y él mismo responde diciendo “de ninguna manera”, no hay ninguna injusticia en Dios.
Fue así como Dios amó a Jacob y aborreció a Esau. ¿Qué hicieron ellos para que Dios decidiera de esa manera? La respuesta es: NADA. En Romanos 9:11-12 describe que ni siquiera habían nacido y Dios ya había decidido que el mayor serviría al menor, es decir que el menor terminaría con la primogenitura. Y especifica que la elección no es por obras sino simplemente a través del llamado soberano de Dios.
No sabemos a quién llamará Dios y tampoco conocemos el motivo por el cual escoge a algunos. Pero tengamos por seguro que sus motivos son santos y perfectos. El Señor decidió dejar a Esaú viviendo en su maldad, es decir que siga el curso de la vida corriente del hombre natural, y determinó cambiar el corazón de Jacob para hacerlo un hombre espiritual. Se trata del misterio de la soberana elección divina, que quizás algún día nos sea develado.
La gracia no se hereda ni se gana por obras, tampoco se recibe por contar con privilegios de carácter externo y material. Muchos creen ser cristianos porque hicieron una determinada oración o porque decidieron creer en Cristo Jesús, pero no son verdaderamente llamados por Dios.
El versículo nos lleva reflexionar sobre la diferencia entre los simpatizantes de Jesucristo y los seguidores genuinos, que han recibido el verdadero llamado de Dios. Unos viven para que Cristo les sirva y los otros para servir a su Señor.
Les deseo que nuestro Señor les bendiga con misericordia.