Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; más fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. 1 Timoteo 1:12-13 RVR1960
Queridos amigos, me gusta recalcar que yo en mi propia fuerza nunca me habría decidido a favor de Cristo; si Él no hubiera decidido a mi favor, yo seguiría bregando en el pestilente fango del pecado, como el cerdo que se revuelca con alegría en el cieno.
El impío vive empeñado en las cosas del mundo que son para perdición, es como si estuviese firmemente decidido a tirar su vida por la borda, así también vivía yo, hasta que Jesús me detuvo y me rescato para llevarme al camino de la sensatez, de la verdad y de la justicia. Y ahora soy seguidor de mi Señor Jesucristo, únicamente gracias a Él, por su misericordia y gracia.
Es un alucinante misterio para mi el que Dios me haya escogido. Soy consciente de que no merezco la elección y que nadie la merece, pero algún día quizás reciba la respuesta a la pregunta de “¿por qué yo?”, pues por mi vida pasada, la que yo conozco en detalle, nadie confiaría en mi, pero Él me escogió para ser perdonado y para usarme para sus propósitos en esta tierra.
El apóstol Pablo probablemente se hacía similares preguntas. Él fue un gran pecador, como yo también lo fui y todavía sigo siendo, aunque ahora me duelo mucho en mi pecado. Él fue perdonado y a pesar de su vida pasada, Jesús confió en él y lo nombró apóstol, un trabajo de embajador de Cristo en el mundo. Puso su confianza en uno de los más destacados blasfemos, injuriadores y perseguidores de cristianos de su tiempo, eso solo sucede cuando el poder de la gracia y del amor está de por medio.
Así como Pablo, yo se que debí haber perecido en justa justicia, si el Señor no hubiera obrado gracia y misericordia sobre mi persona, pues no merezco otra cosa que el castigo eterno por mi pecado. Pero gracias al Señor Jesucristo, que vino al mundo voluntariamente con la clara intención de salvar a pecadores como yo, puedo escribir estas líneas.
Si alguien se atreve a cuestionar el amor y el poder de Cristo para salvar a pecadores, está cometiendo un gravísimo error y una gran injusticia. La ignorancia es un tremendo enemigo y cuando a ella se suma la necedad el resultado tiene un efecto multiplicador sobre el pecado del pecador. De esa manera Pablo fue un violento perseguidor de cristianos.
Pero cuando Dios decide salvar obra maravillosos milagros, quita la ignorancia y la necedad de los corazones, da ojos y oídos para ver y escuchar lo espiritual. Fue así que Pablo tuvo una dramática conversión cuando iba camino de Damasco decidido a exterminar a los cristianos. Nunca olvido lo maravilloso de haber sido elegido por Dios y su memoria, que le traía a la mente lo ignorante e incrédulo que había sido, le sirvió para reforzar en su corazón la belleza de la misericordia y gracia de Dios.
La misericordia de Dios es abundante, tan abundante como para maravillar las mentes de quienes se arrepienten y conocen la dimensión de su pecado. Gran consolación del pecador es saber, que Dios no tiene más en cuenta su pasado de pecado, cuando está caminando en Cristo Jesús.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.