Él es la Roca, cuya obra es perfecta, Porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; Es justo y recto. Deuteronomio 32:4
Queridos amigos, cada país en su historia ha tenido próceres de gran talla, líderes que han sabido balancear lo político, económico, social y hasta cultural de una manera tal que han llevado a sus países por rumbos muy alentadores.
Su paso por el poder y liderazgo siempre fue temporal y los efectos de sus buenas obras pudieron tener efectos positivos sobre algunas generaciones. No obstante ello, nada de su legado es perfecto, siempre existen opositores o detractores, incluso seguidores, que tienen algo que observar, criticar o mejorar.
El único líder perfecto, con las abismales diferencias y el gran temor y respeto del caso, es nuestro Señor Jesucristo.
La pregunta que me hago, ¿cuál sería el resultado en caso de que nuestro Señor volviese a la tierra y se postulase a elecciones como candidato presidencial?
Veamos el escenario que me imagino.
Él es recto, absolutamente recto, por lo tanto en su partido político no podría tener políticos corruptos y prebendalistas, lo cual probablemente daría lugar a una disminución significativa de enrolados.
Nuestro Señor es la verdad, por tanto nunca miente, lo cuál sería de gran beneficio para las multitudes de los votantes, sabrían a qué atenerse, porque la campaña política estaría sustentada en la pura verdad. No habrían promesas electoralistas que después no se cumplirían.
Claro que la verdad conlleva consecuencias, tendrían que ser descubiertas todas las mentiras de los políticos, empleados públicos, empresarios, etc. Un riesgo que ninguno de los implicados quisiera correr, por lo tanto, se generaría una oposición tremendamente fuerte, que además manipularía los resultados a más no poder para que nuestro Señor no salga elegido.
Nuestro Señor Jesucristo no lleva iniquidad alguna en Él, está completamente libre de pecado, sin embargo las habilidades de la oposición estarían centradas en encontrarle debilidades, sabemos que el que busca encuentra, sin embargo en el caso único y excepcional de nuestro Señor el dicho no funciona.
La oposición no tendría otra opción que trabajar sus campañas comunicacionales basadas en el desprestigio y la difamación, obviamente sustentadas en la mentira y la calumnia, no habría otras armas que las que Satanás provee para afrontar en batalla desigual al «loco idealista» de la oposición.
Un debate entre los dos principales candidatos sería parte indispensable de la carrera electoral, nuestro Señor, con total seguridad, reaccionaría de manera imprevisible, como siempre lo ha hecho. Los televidentes podrían deleitarse con su sabiduría y visión, sin embargo, por su misericordia no desnudaría al contrincante, permitiéndole incluso salir triunfante.
Tendría toda razón para airarse, sin embargo Él es lento para la ira y muy paciente.
Nuestro Señor en su justicia no puede obrar injusticia, en ningún caso. Por lo tanto lo más probable es que en su mansedumbre y afán pacificador no responda de manera alguna a las agresiones recibidas.
A pesar de ser perfecto, a la vista de los votantes sería visto como un líder débil, porque la gente quiere ver reacciones enérgicas que le hagan sentir el peso de su poder al contendiente, buscan líderes en los cuales puedan ver reflejados sus sueños, y Jesús, lamentablemente, no cabe en ese esquema mental.
La masa diría que no quieren un líder que no se sabe defender y en sus conversaciones llegarán a la conclusión que la oposición tiene razón y es además de lejos más enérgica, decidida y convincente.
Finalmente, en el gran día de las elecciones, los votos irán en contra de Cristo, quien a pesar de toda rectitud, verdad, cero iniquidad y justicia no sería electo.
Más bien que se trata de solo una especulación soñadora, y que una situación así no se dará jamás.
Sin embargo, a partir de esta elucubración podemos dilucidar la gran necesidad que el mundo tiene de Dios, y que la ceguera y sordera espirituales son patentes en el mundo, están tan a la vista que casi se las puede tocar, tanto es así, que los ciudadanos del mundo por sí mismos no escogerían al Rey de reyes, se irían a favor de alguien que satisfaga sus sueños mundanos.
Los que seguimos a Jesucristo y anhelamos vivir por la gracia que nos ha regalado, hemos podido soñar un poco y posiblemente nos hemos acercado en algo al posible panorama de la época en la que Él reinará por mil años.
Será un milenio de refrigerio para los que le amamos y queremos dedicarle nuestra alma, corazón, mente y fuerzas. No habrá corrupción ni mentira, todo será obrado en total justicia, los caminos serán solo de verdad y el pecado estará guardado en el infierno, el león compartirá con el cordero. Es una bendición más por la que debemos vivir agradeciendo y obedeciendo como fieles siervos al Señor de señores.
Oremos al Dios Padre para que tenga misericordia de nosotros pecadores y nos bendiga con su gracia para poder y querer seguirle con todo el corazón. Les deseo un día muy bendecido