Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Colosenses 3:17 RVR1960
Queridos amigos, mientras estemos en este mundo haremos cosas que no son del Señor Jesucristo, pues aún no hemos abandonado nuestra condición carnal.
Parte de vivir en este mundo de aflicción es pecar agrediendo la santidad de Dios. Aunque el creyente verdadero vive, o debería vivir, alejado del pecado, porque tiene el llamado a la santidad, en ciertas circunstancias sigue pecando. La causa de tan terrible situación es la corrupción en el corazón del hombre.
Mucha gente ha oído hablar del poder de la Palabra y prácticamente todos tienen acceso a ella, sin embargo, no ejerce su poder sobre muchos. Cuando se lee la Biblia y no se prospera espiritualmente, significa que el poder de las Escrituras no está haciendo efecto porque la gracia de Jesucristo no está presente. Al estar ausente la gracia, reina el pecado.
Vemos que ni píos ni impíos se salvan de pecar, la diferencia está en que unos son esclavos del pecado y otros han sido liberados de dicha esclavitud por la maravillosa gracia de Dios. Resulta que el pecado es el gran problema de la humanidad, y para resolver dicho problema se requiere de Jesucristo y su obra redentora.
El impío debería buscar a Jesucristo, arrepentirse y convertirse. El convertido debe buscar a Jesucristo para vivir en Él y para Él.
El apóstol Pablo le muestra al creyente el camino para vivir día a día una vida para Dios. Dice que todo lo que el convertido haga, sea a través de las palabras o de los hechos, lo debe hacer en el nombre de su Señor.
Hacer, pensar y hablar las cosas en el nombre de Jesucristo es darLe el honor en todos los aspectos posibles de la vida. En otras palabras el creyente debe dejar que Cristo gobierne su vida, centrando su visión y atención en las cosas del cielo (Colosenses 3:2).
Pecados tales como disensiones, contiendas, actitudes desacordes al Evangelio, palabras deshonestas y mentirosas, malas palabras, deseos sexuales indebidos, vicios, etc. deben morir en el creyente para que Cristo viva.
Debemos vestirnos de las ropas de virtud que Dios pone a nuestra disposición, y estar atentos a que ninguna falte en nuestro ropero espiritual.
Evitar lo incorrecto es bueno, pero ese no es objetivo central, pues buscar hacer el bien es mejor. Se puede vivir tranquilo diciendo que no se le hace daño a nadie, pero vivir en Cristo es dedicarse a hacer el bien, entonces ya no solo se vivirá tranquilo, sino que se tendrá bendiciones tales como gozo y paz.
Tengamos a Jesucristo en nuestras mentes y corazones. De esa manera antes de pensar, hablar o hacer cualquier cosa verificaremos si es viable bajo los parámetros de Jesucristo. Debemos preguntarnos: ¿Es posible hablar o pasar a la acción pidiéndole ayuda a nuestro Señor, es posible hacerlo en Su nombre, es posible llevarlo a cabo sabiendo que Él está viendo y escuchando?
Vemos que contamos con una magnífica estrategia para hacer las cosas en el nombre del Señor, donde estemos y en lo que hagamos, digamos o pensemos. Que todas nuestras obras sean en el nombre del Señor Jesucristo y demos gracias al Dios Padre también en Su maravilloso nombre.
Les deseo un maravilloso día caminando con el Señor Jesucristo.