Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió. Hechos 16:6-7 RVR1960
Queridos amigos, cuando leí por primera vez este pasaje, pensé que Dios no quería que se evangelizara en la provincia de Galacia, ni en las áreas de Frigia, Misia y Bitinia.
El apóstol Pablo se encontraba en su segundo viaje misionero. Camino a su siguiente objetivo el Espíritu Santo le prohibió hablar la palabra en Asia (actual Turquía).
Llegué a pensar de manera errada que era mejor no llegar con el evangelio a dichos lugares, pues no serían dignos de recibirlo, o algo así. Cuán equivocado estaba.
No había tomado en cuenta en mis pensamientos, que Dios tiene unos tiempos y los humanos otros. Puede que consideremos una determinada acción como adecuada y Dios tenga otra visión. Eso nos enseña que los creyentes debemos someternos a la dirección del Espíritu Santo.
Dios cambió y definió nuevo itinerario para el apóstol. A pesar de no saber por dónde continuar, no se resistió. Se sometió y simplemente creyó que obedecer era para mejor. Tengamos por seguro que Pablo planificaba sus viajes, pues la falta de planificación representaba exponerse a riesgos de diferente índole. El había considerado con antelación visitar las zonas en cuestión, sin embargo, se vio divinamente obligado a cambiar de plan.
No solo una, sino dos veces consecutivas el Espíritu Santo impidió que Pablo se dirigiese a los lugares que tenía previsto visitar, su plan fue providencialmente cambiado. Tampoco le fue dado de manera inmediata el rumbo a seguir. Finalmente, Dios le mostró en una visión el destino que debía tomar, navegar hacia Macedonia.
La necesidad de Dios en Macedonia era mayor que en Asia. Pablo pudo insistir en llevar adelante su plan de evangelización, que no tenía nada de malo, pero el llamado de Dios es prioritario y debe cumplirse con diligencia y rapidez. Él siempre sabe, qué es mejor y más necesario.
Quizás nunca sabremos cómo se comunicó el Espíritu Santo con Pablo, pero sí sabemos que lo hizo. Nos equivocamos, si pensamos que es necesario escuchar la voz de Dios para conocer su voluntad. Él siempre nos sorprenderá con los medios que utiliza. La cuestión está en discernir, si se trata efectivamente de la voluntad de Dios.
Es menester del creyente verdadero hacer la voluntad de su Señor. Para asegurarse de estar tomando la decisión correcta se puede recurrir a diferentes medios, como, por ejemplo, consultar con hermanos en Cristo crecidos en espíritu, buscando su consejo maduro, verificando con ellos la conformidad del plan con la Palabra escrita.
Si no se tiene hermanos en la fe al alcance, de todas maneras, es posible poner la idea en la balanza de las Escrituras y ver cuánta armonía hay entre ellas y el plan. Es imprescindible analizar los motivos que mueven a desear realizar tal acción. ¿Habrá gloria para otros y no solo para Dios? Quizás la motivación sea más para cubrir un anhelo personal y no lo que el Señor desea. Y siempre hay que orar, para que sea Dios obrando soberanamente, dando curso o cerrando las posibilidades.
El Espíritu Santo nos lleva a mejores lugares, pero también nos aparta de aquellos malos. Considero que es mejor saber qué no quiere Dios que hagamos, para alejarnos. Él nos guiará hacia los lugares que quiere que visitemos o las cosas que desea que hagamos.
Leyendo Hechos 18:23 finalmente me percaté de mi error. Pablo visitó tiempo después las zonas que omitió evangelizar por dar prioridad a Macedonia: “Y después de estar allí algún tiempo, salió, recorriendo por orden la región de Galacia y de Frigia, confirmando a todos los discípulos.”
Les deseo un día muy bendecido.