También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos. 1 Tesalonicenses 5:14 RVR1960
Queridos amigos, con vergüenza ante el Creador debo admitir que me cuesta sobremanera mantenerme irreprensible. Me queda doblar rodillas y pedirle humildemente al Padre celestial que me santifique por completo.
Pablo le pide a la iglesia que se guarde irreprensible en cuerpo, espíritu y alma, es decir en todo su ser. El término irreprensible deriva del verbo reprender, es decir llamar la atención. Al creyente nadie debería poder señalarle con el dedo diciendo que hace tal o cual cosa de mala manera, ese es el ideal, al cual, sin embargo, la gran mayoría no se puede acercar mucho sin la ayuda de Dios.
Hace algún tiempo asistía a una congregación donde el pastor, considero que sin querer queriendo, hacía escarnio de las prácticas en otras congregaciones. En ese tiempo mi energía apologética estaba muy cargada y me acerqué para decirle que el primero en querer y deber ser irreprensible debía ser el pastor. Su respuesta fue sorprendente, me dijo que él sí tenía una vida irreprensible.
Mi afán no es dar palo a nadie, lo cuál sería de hecho un comportamiento reprensible, adonde quiero llegar es que todos los creyentes debemos vernos reflejados ante la verdad de Jesucristo y verificar si estamos haciendo su voluntad en serio. Quien se cree irreprensible comete un terrible error, manifestando su grave pecado de orgullo.
Parte del ser irreprensible son las recomendaciones que hace Pablo en estos versículos. Paso a describir cómo veo que es el comportamiento del mundo y cómo debe ser el comportamiento del cristiano.
El mundo suele ser pragmático y cuando no desea involucrarse, aduce que no es su problema, porque cada quien sabe lo que hace. Ese no es el caso del cristiano, quien debe velar por el cumplimiento de la voluntad de Dios, por tanto, si ve que su hermano en Cristo tiene un comportamiento ocioso es imprescindible que le amoneste. Si se trata de un creyente genuino, con altísima probabilidad, tomará en cuenta la amonestación, caso contrario es probable que la situación termine en un disgusto para todos.
Alentar es más sencillo que amonestar, por lo que el mundo ve esta situación con mejores ojos. Está de moda el pensamiento positivo, además de la teoría de la autoestima, por consiguiente toda palabra de aliento aporta a ambas cosas. La diferencia radica en que el mundo dice «tú puedes» y el cristiano dice «con Dios, si Él quiere, tú puedes». Nunca debemos olvidar que Dios es soberano y que, además, no nos debe nada.
El aliento del creyente a los de poco ánimo no se separa de la fe en Jesucristo y de las bendiciones que Éste puede dar, además de Sus promesas, que en realidad son el más grande de los alientos.
Los débiles en el mundo son llamados perdedores. Lo que el mundo no sabe, es lo débiles que son los más fuertes a los ojos de Dios. Es parte del ministerio de la piedad el sostener a los débiles, el creyente debe estar preparado para ayudar y acompañar a los débiles, sin subestimarlos y menos despreciarlos.
En el ámbito empresarial se suele entrevistar a los candidatos para diferentes puestos, y una pregunta típica es, si el candidato tiene debilidades. Una respuesta adecuada es decir que se es impaciente. En general se trata de una forma de indicar que se es impaciente porque en verdad se quiere tener todo rápido, lo cual no es mal visto en las empresas.
Sin embargo, para el cristiano la paciencia es un don del Espíritu, y practicarla es una gran bendición. Para el humano no es muy fácil practicar la paciencia con todos, no falta quien te saque de quicio. Para el creyente, entonces, es necesario apelar a la misericordia y bondad de Dios para que le regale no solo dosis de paciencia, sino el don completo.
Les deseo un día esplendoroso y bendecido.